Crítica 'Los hijos de otros': Luminosa Efira

La actriz se apodera del drama, de la comedia romántica y de ese duelo de duda y certeza maternal

Guillermo Balbona

Santander

Lunes, 6 de febrero 2023, 16:00 | Actualizado 16:58h.

De forma leve pero honda, con los tiempos justos, las miradas precisas y una puesta en escena diáfana y elocuente Rebeca Zlotowski logra una obra ... luminosa en femenino singular. El instinto maternal, el gesto feminista, la mujer en su lugar social, los vínculos con parejas y exparejas conforman el microuniverso planetario que gira alrededor de una luna: la actriz Virginie Efira. Ella se apodera del filme, de su personaje, de las otras criaturas y moldea, matiza y da cuerpo y alma por igual al drama interior, a la duda y la certeza de lo maternal, a la comedia romántica y a ese conflicto casi invisible, íntimo, probablemente intransferible.

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País Francia
Año 2022
Directora Rebecca Zlotowski
Reparto Virginie Efira, Roschdy Zem, Antonia Buresi, Yamée Couture, Victor Lefebvre, Chiara Mastroianni, Mireille Perrier
Género Drama
Sala Groucho

'Los hijos de otros' es una película inteligente que no descuida lo emocional y emotiva sin dejar de posar a cada paso muchas reflexiones significativas sobre la identidad, las necesidades, los instintos, los roles sociales, las formas de amar sobre todo. Zlotowski es una cineasta que rueda siempre con elegancia, ideas muy claras y con un cuidado especial de sus personajes, tras una excelente elección de sus repartos.

En 'Grand Central', quizás su mejor película hasta este nuevo filme, sucedía con Léa Seydou y en 'Una chica fácil' con Mina Farid. Aquí, de la mano de Virginie Efira, la amargura y la celebración forman parte de una misma observación luminosa: un relato del presente entre móviles, relaciones, aprendizajes, olvidos, reencuentros, con un dominio eficaz y lúcido del presente. Hay una lección de vida, una exploración tratada con mimo. Todo suena natural, sin encajes forzados ni artificios.

La parisina Rebecca Zlotowski posee ese toque de encanto que a veces parece exclusivo e inherente al cine francés pero, al tiempo, revela sabiduría para plantear sin excesos aunque de manera contundente el enredo, el lugar y la atención de los afectos en la sociedad actual. Lo que logra la cineasta es mostrar un mapa de señales sentimentales, racionales y emotivas sobre la pasión, la necesidad de amar, las colisiones afectivas, el sentido de propiedad y de otredad, la renuncia o la apropiación, el recuerdo y la mirada de futuro.

La interrelación de géneros se traduce en un excelente perfil psicológico y en un revelador retrato sobre la presión social sobre la mujer y la crisis existencial. Y si todo funciona con precisión es gracias a esa simbiosis entre la actriz y la directora que trasladan al espectador el diálogo de lo sencillo en lo complejo y viceversa, con una discreción que no es óbice para generar un suave manto de serena y cálida madurez.