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De la muerte de un animal sacrificado a la nueva vida de un alumbramiento. De la sangre que discurre hasta el desagüe al ungüento sobre ... la espalda del patriarca. Es una película de símbolos, militante en su mensaje contra la represión, pero no por ello debe quedar en el olvido su elegancia, su cuidado formal, su puesta en escena. El filme es pakistaní, con lo que la singularidad geográfica y cultural destaca en su presencia en cartelera. Y además, es un debut con lo que el elogio está mas justificado. Saim Sadiq, también guionista, firma una cinta muy planificada que, en su diana más directa y contundente, habla de la discriminación por sexo y género, pero que en general denuncia con detalles y sutiles escenas y diálogos una represión imbricada en el patriarcado más enquistado y lacerante.
País Paquistán
Año 2022
Director Saim Sadiq
Guion Sadi y Maggie Briggs
Reparto Ali Junejo, Alina Khan, Rasti Farooq, Sarwat Gilani, Salmaan Peerzada, Sania Saeed, Sameer Sohail, Ramiz Law
Género Drama
Sala Groucho
En paralelo, traza un canto vitalista, jubilosamente irónico, no exento de tristeza y pese a todo de celebración de la vida. 'Joyland', vertebrada por esa compañía de danza erótica dirigida por un transexual, es por encima de todo un duelo entre los deseos y la realidad dura, entre la libertad y la humillación de lo emocional. La presencia de Alina Khan es determinante en una historia plena de lugares simbólicos con ese predominio visual cromático y cierta joie de vivre reivindicativa que recuerda al cine indio.
A medida que crece lo dramático, la hipocresía, los pliegues tras la crónica familiar y los convencionalismos y estereotipos, la cinta certifica su mirada donde la complacencia, la derrota y la esperanza combaten hasta el final. Más allá de lo 'queer' y del conflicto familiar, del ecosistema con su cerrazón y su paisaje social, religioso, patriarcal, represor y lleno de prejuicios, lo que domina es su delicada incursión en una realidad que va desnudando sus tabúes pero especialmente ese sometimiento que arrastra y conlleva miedos, fobias, frustraciones y desengaños.
Lo que otorga autenticidad es esa trascendencia del detalle, la madurez a la hora de colocar la cámara, el tempo y el montaje y ese equilibrio entre lo luminoso vital y lo opaco moral que conviven en cada secuencia. A veces todo queda en anécdota, en su trama desigual, en la colisión de géneros, pero la argamasa reside en la intimidad, en el detalle, en esa militancia en las emociones más que en la declaración de intenciones abierta y necesaria. Bajo las normas la vida muestra sus enormes pasos en busca de esa zancada que deje atrás la mediocridad de los prejuicios y la amargura de lo insensible.
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