
Crítica 'La luna se levanta': En femenino plural
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Tradición y modernidad, elegancia y claridad de una actriz mítica y cineasta redescubiertaLo clásico y lo intuitivo se aúnan en la dirección de una de las actrices icónicas del cine japonés. Reivindicada por unos pocos, su cine ... ha sido objeto de redescubrimiento reciente, apenas seis películas, hasta ahora tapado por su prolífica y reconocida labor de actriz fetiche de buena parte de los maestros japoneses. La mirada sobre lo femenino y el tratamiento de temas que apenas habían sido abordados hasta su etapa de directora en los años cincuenta caracterizan a Kinuyo Tanaka. Sensibilidad y riqueza de matices confluyen en argumentos y composiciones.
País Japón
Año 1955
Director Kinuyo Tanaka
Guion Yasujirō Ozu, Ryôsuke Saitô
Reparto Chishu Ryu, Hisako Yamane, Yôko Sugi, Mie Kitahara, Shoji Yasui, Ko Mishima
Género Drama
Sala Bonifaz. Filmoteca, esta semana
Como no podía ser menos, todo el aprendizaje asumido con los cineastas que trabajó afloran en un momento u otro y a eso, por complicidad y empatía, hay que sumar su gran dirección de actores. Ya su debut destacó por la elección argumental, 'Carta de amor' abordó la difícil situación de las mujeres japonesas que confraternizaron con los ocupantes norteamericanos. En 'La luna se levanta', que forma parte de la loable decisión de la Filmoteca de programar este mes algunos títulos de mujeres cineastas, Tanaka deja plasmada su vocación de estilo, crea una delicada obra de viajes sentimentales claramente estructurada en dos partes, y se refleja en la actriz Kitahara Mie.
Desde el rigor formal y elegancia, firma una mezcla de drama familiar y comedia amorosa. Tanaka volvió a demostrar su definida claridad a la hora de pisar terrenos antes no explorados. En su tercera película, 'Forever a woman', el cáncer de mama es el eje de su obra. Tanaka en 'La luna se levanta', tras romper cinematográficamente con Mizoguchi, del que fue su intérprete fetiche, adoptó un guión de Yasujiro Ozu, cuyas influencias fueron clave en su labor de dirección. El filme tiene la virtud de mostrar un retrato-mosaico de relaciones sentimentales pero a su vez de reflejar simbólicamente las condiciones sociales y lo cambiante de los roles en esa sociedad nipona.
Además hay una atmósfera de liberación, de alegría de vivir, fuera de miradas encorsetadas. Un cierto tono generacional le imprime personalidad a la dirección que se sitúa en un equilibrio sostenible entre la comedia romántica y ese poso clásico representado por la figura patriarcal. En la doble historia se eleva el personaje de Setsuko. Entre espacios simbólicos y reales, señales de modernidad y lugares de la tradición, la que fuera protagonista de 'Vida de Oharu, mujer galante' ofrece una renovada visión de lo familiar y de la posición de la mujer.
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