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Si algo define el cine de Agnès Varda, más allá de las enciclopedias y los encasillamientos, es que siempre transpira libertad. Un soplo de vida. Poco ante de su muerte la cineasta de la nouvelle vague firmó otra maravillosa vuelta de tuerca de su mirada, ... como si se tratara casi de una feliz debutante. Un documental desde su concepto personal, sí, pero también un fragmento de vida arrebatado al tiempo. En 'Caras y lugares' se sintetizaba poéticamente lo que ha sembrado su trayectoria: esa fragmentación de miradas sobre la vida. Entre lo sencillo y poético, que no simple, su legado es el de una galería de pérdidas, melancolía, restituciones e identidades.
País Francia
Año 1985
Director y guionista Agnés Varda
Reparto Sandrine Bonnaire, Macha Méril, Yolande Moreau, Stéphane Freiss, Marthe Jarnias, Joël Fosse, Yahiaoui Assouna, Patrick Lepcynski, Gabriel Mariani Flaksman
Género Drama
Sala Náutica. Filmoteca universitaria. Este jueves
La cineasta de 'Cleo, de 5 a 7' dejó todo una prueba de vida de su estilo en 'Sin techo ni ley' (Sans toit ni loi) donde la austeridad no es óbice para el hallazgo poético, donde la sencillez es compleja, y viceversa, y en la que el retrato de reconstrucción a través del pasado de una criatura errante se torna elegante e inquietante, curioso e intrigante. Sandrine Bonnaire, entregada, y la cineasta, que logró con este filme el León de Oro, escudriñan la realidad entre entrevistas, testimonios y flashbacks que nos devuelven como en un espejo fragmentado la imagen rota de la criatura. Sin embargo, cada espectador se ve empujado, comprometido, a recomponerla como si se tratase de un rompecabezas.
En el ejercicio de libertad aflora la querencia feminista al trazar el perfil de una joven sin hogar que es, al tiempo, víctima de una sociedad de roles y sistemas patriarcales. Sandrine Bonnaire se apodera del personaje y contrapone su fuerza a ese entorno de normas impuestas que parecen inevitablemente cercenar una concepción y una manera de sentir la vida. Hay neorrealismo y también una firmeza de estilo y tono, sin concesiones, que ya no abandonaría hasta el final. Una cineasta que reflexiona sobre la sociedad, el arte, su arte, y ese camino hacia el interior de lo cotidiano y de la gente. En 'Sin techo ni ley' lo mejor es dejarse mecer por Varda que supone, de igual modo, dejarse llevar por su personaje y, por ende, por el propio cine y por la vida.
El retrato de una mujer cuyas otras caras y lugares, como en el citado filme de su recta final, delatan el abuso, la desigualdad, el machismo. Asimismo, deja a la intemperie a esa joven vagabunda que se resiste a asumir esa amenaza constante de la explotación. Y Varda lo construye desde el convencimiento de que «no se puede competir con la vida, solo recrearla».
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