Crueldad y detritus
Estreno. Netflix ·
El atractivo reside en la potencia visual para colisionar el tono asfixiante con la violencia masticada (literal) y el detritus, todo casi infrahumanoSecciones
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Estreno. Netflix ·
El atractivo reside en la potencia visual para colisionar el tono asfixiante con la violencia masticada (literal) y el detritus, todo casi infrahumanoLa segunda entrega estaba cantada, casi habría que decir en este caso que se trata de un lógico acto de regurgitar la estupenda digestión distópica del original. La incógnita radicaba en saber qué camino iba a adoptar Galder Gaztelu-Urrutia para que el fenómeno 'El ... hoyo' –una de la películas españolas más vistas de la historia de Netflix– tuviese una más que digna secuela. Y lo cierto es que ha superado los listones. La ecuación habitual, a mayor presupuesto, menor riesgo, se ha plasmado precisamente en una opción contraria. Ahora bien el final abierto, que propuso con acierto la sorprendente cinta vasca, se estira aquí con un posible caudal de interpretaciones que no deben convertirse en el epicentro de la obra.
Año 2024
País España
Dirección Galder Gaztelu-Urrutia
Guion Pedro Rivero, Gaztelu-Urrutia, Egoitz Moreno, David Desola
Reparto Milena Smit, Hovik Keuchkerian, Natalia Tena, Óscar Jaenada
Género Drama
'El Hoyo 2' es desbordante, elegantemente sucia, barroca y sugerentemente caótica. En su ejercicio de esteticismo traza un brutal trayecto que va de la metáfora social a un escenario desgarrador, cargado de hipérboles, un vómito salvaje que emplea el gore sin excesos, se desliza por un fantástico de furia y crueldad.
La original plataforma en la que se escenifica una radical, casi primitiva, pero no menos cercana desigualdad social, adquiere aquí más protagonismo sin abandonar la comida como eje de todas las conductas. Este ascensor de entrada y salida desesperanzada, el juego de sociedad vertical y búsqueda aúna supervivencia horizontal, el egoísmo de unos pocos frente a la solidaridad de muchos, son factores que ilustran este regreso. No obstante, casi no persisten huellas de la primera, salvo su estructura general. Al frente, la habitan ahora la actriz Milena Smit, junto a Hovik Keuchkerian y Óscar Jaenada, todos excelentes, y se acentúa ahora la parábola política, el pulso entre autoritarismo y anarquía, y los miedos transmitidos a través de la religión. Entre ese gran hermano orwelliano y lo mesiánico y megalómano, el cineasta Galder Gaztelu-Urrutia logra inocular una intensa representación dramática, casi una performance, con momentos que pueden recordar a los tiempos auténticos de La Fura. El atractivo reside en la potencia visual para colisionar el tono asfixiante, la violencia masticada (literal) y el detritus, más infrahumano que social. Un artefacto que deconstruye cualquier utopía, entre 'High-Rise' y 'Cube'. Dejarse llevar sin esperar respuestas rotundas es lo recomendable. Se espera la mutación en saga. Otra cosa es que aguante la espectacularización de una trama que puede atragantarse hasta no tener nada que llevarse a la boca. --
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