Demasiados monstruos

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• País España

Si el equilibrio entre el costumbrismo, los miedos sociales y el gore de la venganza suponía el mayor atractivo de aquel retrato visceral y de tenso humor negro, ahora prima lo desigual y los desajustes. En cualquier caso Pereda sigue siendo un caso singular en la cinematografía española, con ideas muy claras, poderosa mano técnica y muchas ganas de demostrar potencialidad narrativa y construcción de personajes intensos y singulares. En este caso lo femenino vuelve a fundir la fuerza y el epicentro de sus dos filmes hasta hora. Belén Rueda, aquí una médium, entre la farsa y la representación, es la gurú de una historia con niña dentro que discurre entre la orfandad, lo maternal y lo traumático. En ese microcosmos trágico lo fantástico, la fantasía y lo sobrenatural se revelan como asideros frente al dolor. Es obligada la referencia a un filme, a veces sobrevalorado pero contado con una fe sólida, 'Un monstruo viene a verme', de Juan Antonio Bayona.

En 'La ermita' la mezcla de lo íntimo y lo histórico, el pasado y el presente, lo pagano y lo religioso, lo enfermizo y la muerte como eje vertebrador. Hay secundarias de altura en el filme como Elena Irurate y Loreto Mauleón que imprimen una cierta seriedad al batiburrillo, pese al hecho de que Carlota Pereda no se frena y muestra su confianza en la creencia en el género. Subrayados, efectismo, pirotecnia. Todo vale pero la cineasta que nunca llega a controlar tantos frentes abiertos, lo que busca suplir con la acumulación y el agotamiento. En ocasiones el cuento de terror primario va por un lado, los miedos más humanos por otro, y el artefacto irregular pide a gritos una síntesis que no llega.