Derrumbe y edificación
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Hay crítica y lucidez combativa. El cineasta de 'La ciudad está tranquila' enfrenta poética y política, familia y sociedad, cobijo y denunciaPocos cineastas pueden presumir de la coherencia, fidelidad y ganas de hacer cine que destila la obra del cineasta marsellés Robert Guédiguian. Incluso en una obra aparentemente ligera como es su último filme, la madurez de su sentido narrativo y su insistencia casi natural en ... su mirada sobre el mundo presentan siempre una frescura y una sutil renovación. Nunca hay impostura en el cineasta de 'Marius y Jeannette' ni sus historias marsellesas tienen ese rictus cansino o esos excesos reiterativos que demuestran muchos directores desde sus zona de confort cuando parecen que nada tienen que demostrar.
Año 2023
País Francia
Dirección Robert Guédiguian
Guion Guédiguian, Serge Valletti
Reparto Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Lola Naymark, Robinson Stévenin
Género Comedia dramática
Guédiguian vuelve en 'Que la fiesta continúe' sobre sus propios pasos: una disección del mundo presente elaborada con delicada destreza como una película amable que va soltando sus propias cargas de profundidad cuando menos lo esperas. Una combinación nada frívola de ciudadanía, idealismo atemperado, política de siempre, retrato social, acidez, compromiso...
El cineasta de 'Las nieves del Kilimanjaro' está omnipresente, aunque no se le vea. Lo está en sus intérpretes fieles encabezados por su musa Ariane Ascaride. Lo está en ese denso relato interior que subyace bajo la capa de lo aparente. Lo está en esa ciudad que destruye y construye a cada paso. Y es un derrumbe material y físico de edificios al inicio de su nueva historia, el que le permite levantar con pericia, madurez y capacidad muy seductora un retrato de la sociedad actual sin ruido, ni propaganda ni subrayados. Suena Aznavour, cruza una atmósfera de nostalgia y late una continua mirada de denuncia social. Lo que debilita a su enjambre ubicado en un barrio de su ciudad natal es la acumulación muchas veces solapada de criaturas, estratos, referentes y vínculos de cultura y tradición. La escasa movilización política, los mensajes fallidos o simplemente gastados, la ausencia de una verdadera lucha unificada frente a las desigualdades y las deficiencias de las políticas urbanas asoman a través de la mirada de Guédiguian que, sin embargo, fuerza situaciones y casualidades para mostrar sus raíces armenias, la solidaridad no siempre bien encauzada, el cuidado personal, el de lo más cercano y el colectivo, todo ello entre interrogantes y temores de presente y futuro. Aunque no todo cuaja. No hay doctrina y sí un ánimo de radiografía clara, necesitada de muchas voces que conviertan el derrumbe en una edificación humana.Y eso para Guédiguian más que optimismo crítico es confianza renovada en el cine.
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