Deslumbramiento visual
Ateneo, el lunes ·
Kafka está siempre. Y Orson Welles nunca deja de ser él mismo. No es tanto una adaptación como el abrazo de dos maneras compartidas de ver el mundoSecciones
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Ateneo, el lunes ·
Kafka está siempre. Y Orson Welles nunca deja de ser él mismo. No es tanto una adaptación como el abrazo de dos maneras compartidas de ver el mundoEs refinada, también ampulosa, afectada, sofisticada y, sin embargo, enormemente sutil. Y en esas paradojas, en el contraste y en la utilización extrema de lo visual reside la grandeza de Welles. A la insignificancia de Joseph K., criatura de 'El proceso' –tan universal como 'La ... metamorfosis'– de Kafka, de lo kafkiano, el cineasta de 'Sed de mal' impone una mirada expresionista y un tono surreal. El director de 'Ciudadano Kane', consciente de que la obra del escritor es una fábula interminable elude mimetizar la narración y ahonda en la idea. Desde los dibujos, en los que se cuenta la historia del campesino llegado a la puerta de la Ley, hasta las imágenes mas radicales del universo Welles, el cineasta nunca trata de competir con el texto del autor de 'El castillo', sino de construir un verdadero monstruo visual.
País Francia
Año 1962
Dirección y guion Orson Welles
Reparto Anthony Perkins, Romy Schneider, Jeanne Moreau, Orson Welles
Género Drama
Otro de sus filmes, 'El extraño', cinta poco conocida, rareza comprometida y magníficamente interpretada, establecía una mirada negra sobre el mal, solapaba y mezclaba con inteligencia el relato de espionaje, memoria y diálogo social sobre la hipocresía y las apariencias. Una planificación precisa que en cierto modo (película de 1946) anticipaba esta intensa ilustración de Welles a la hora de adentrarse en los territorios y márgenes que enfrentan al sujeto con el sistema, inocencia y culpabilidad, desde lo político, desde la metáfora, desde lo literario. El concepto de pesadilla pulula por casi toda la filmografía de Welles. Y 'El proceso' es el material ad hoc para trazar un laberinto, un espejo-reflejo recargado de barroquismo, una sucesión de estancias alucinatorias, todo entre la ansiedad, el absurdo, el desasosiego. Un filme rebosante de planos icónicos, de decorados que confluyen y empatizan con delirios imaginativos y secuencias simbólicas. Perkins, encasillado para el espectador en 'Psicosis', logra una de las mejores y más intensas interpretaciones de su carrera. Ante Franz Kafka, como el individuo ante la gran puerta, Welles no se limita al oficio de adaptar.
El suyo es un monumento visual, crítico y demoledor frente a los estamentos y formas del poder. El tratamiento del espacio, desde las habitaciones a las grandes salas que parecen innovar el concepto decorativo, arquitectónico, de relaciones humanas en lugares cerrados, demuestran el talento del cineasta. Siempre está Kafka, pero Welles nunca deja de ser él mismo. De los techos al claroscuro, de lo sombrío a lo onírico, de lo extravagante a lo deslumbrante.
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