Dos cabalgan juntos
Filmoteca de Cantabria ·
El último fruto del tándem Mann-Stewart es un western rotundo de acusada violencia seca, de venganza que empapa cada paso de sus criaturasSecciones
Servicios
Destacamos
Filmoteca de Cantabria ·
El último fruto del tándem Mann-Stewart es un western rotundo de acusada violencia seca, de venganza que empapa cada paso de sus criaturasLlegó ese momento en que el actor dijo: «Soy James Stewart haciendo de James Stewart. Interpreto variaciones de mí mismo». Entonces al espectador no le importó. Y ahora tampoco. Elegancia serena, una presencia capaz de emanar seguridad y sencillez, la solidez de sus interpretaciones ahuyentaba ... cualquier sombra de duda y alejaba los fantasmas del arquetipo y el estereotipo. Pocas veces en el cine una relación intérprete-cineasta se ha plasmado en un bucle tan coherente, narrativamente complementario y cómplice (también con el espectador) como el que firmaron Anthony Mann-James Stewart. Puede haber lógicamente preferencias y querencias pero existen niveles compartidos de calidad, de potencia del relato y de historias atractivas que conformaba un corpus de factores humanos comunes.
País EE UU
Año 1955
Dirección Anthony Mann
Guion Philip Yordan, Frank Burt
Reparto ames Stewart, Arthur Kennedy, Donald Crisp, Aline MacMahon
Género Western
Nos ocupa 'El hombre de Laramie' que, además, fue la última de esa fructífera colaboración, pero casi idéntico en títulos como 'Winchester 73', 'Horizontes lejanos', o 'Colorado Jim'. Aunque llegaron las desavenencias y la ruptura, antes hubo esa simbiosis y contraste entre la realización y las criaturas surgidas ambas de su creación conjunta. Entre la extraña claridad y transparencias de estilo del cineasta y los personajes contradictorios, solitarios de Stewart asoman retratos como esta última labor del tándem. 'El hombre de Laramie', uno de los primeros westerns rodados en Cinemascope posee una radicalidad respecto a los otros títulos: el tono acusado de la violencia seca, la venganza empapando cada paso como vuelta de tuerca, el cuidado perfil de los personajes y esa mezcla de búsqueda obsesiva y, por supuesto, de equilibrio entre serenidad y tortura.
Por eso Mann, que clausuraba aquí su ciclo con el actor, parece remarcar las líneas del destino como una cabalgadura desaforada que no se sabe muy bien de dónde viene y hacia dónde va, pero que está asentada en el odio. El paisaje lo devora todo menos el dolor del protagonista, más esa azarosa cadena de encuentros y desencuentros que lo acompañan. La fotografía implacable de Charles Lang, la tragedia familiar y la psicología, la aridez interior y el paisaje, lo tenso y perturbador con la violencia de cada acción, y Shakespeare al fondo, trazan una radiografía de hombre con un horizonte claro, de director con una habilidad para domar el tiempo y el espacio y de actor que asume contrastes y turbulencias con una naturalidad conmovedora.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.