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Filmoteca de Cantabria (Calle Bonifaz) ·
Es sonido, humor, costumbrismo y rizo de frustraciones, logros e himnos fundidos en torno a una insólita apuesta de soul en un barrio de DublínEs menos popular que 'Fama' y mejor que 'The Wall', que se llevo la fama. Tres singularidades unidas por un mismo género, el musical, y ... por un mismo cineasta, Alan Parker, que mutó según las circunstancias de cada título. Lo cierto es que 'The Commitments' lo tiene todo para destacar: una efervescencia particular, un retrato social nada desdeñable –como si se hubiese colado en la banda el mismísimo Ken Loach– y además trata sobre la música. De la raíz a la locura, de la formación de un grupo a ese diapasón pasional de quien crea algo invisible pero necesario. Parker logra en esa construcción que el musical parezca moderno y clásico a la vez y el reparto entregado canaliza un filme que es sonido, humor, costumbrismo y rizo de frustraciones, logros e himnos fundidos en torno a una insólita apuesta de soul en un barrio proletario de Dublín.
País Reino Unido
Año 1991
Dirección Alan Parker
Guion Dick Clement, Ian La Frenais, Roddy Doyle
Reparto Robert Arkins, Michael Aherne, Angeline Ball, Maria Doyle Kennedy
Género Musical
El cineasta 'El expreso de medianoche' adapta una novela de Roddy Doyle (autor, asimismo, de 'La camioneta', que fuera llevada al cine por Stephen Frears). Y si uno de los atractivos jocosos también es asomarse en la ficción a cómo se crea una banda desde la calle, el propio cineasta convocó, nada más y nada menos, que a tres mil jóvenes para seleccionar el cásting. Eso propició no solo una selección muy acertada que contribuyó al éxito, sino que con el paso del tiempo de aquella cosecha afloraron nombres hoy bien conocidos: es el caso de Glen Hansard (The Frames), Oscar con el filme 'Once', y Andrea Corr, integrante del grupo The Corrs. Hoy ' The Commitments' destaca por su fiel reflejo de esa natural ligazón que existe entre Irlanda y la música, lo que permite indagar y hallar conexiones emocionales, sociológicas y creativas que expliquen esa intensidad. Alan Parker, siempre desigual, volvería al musical y firmó 'Evita'.
En la extrañeza de la elección del soul en el contexto dublinés hay una sentencia del protagonista que es rotunda: «Los irlandeses somos los negros de Europa, los dublineses somos los negros de Irlanda, y los del barrio norte somos los negros de Dublín. Soy negro y estoy orgulloso». Donde tropieza la cinta, defecto más acusado en el tiempo, es en la inconsistencia de los conflictos. Y si se eleva es por su modestia, su aparente ausencia de pretensiones y porque cuando la herida se agranda Parker apela a la música como esencia, corazón y destino de su encantadora huida hacia adelante, antes de que el mercado arrase con todo. Al cabo, todo puede esperar cuando suena Aretha Franklin, James Brown…
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