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Urko Olazabal y Mireia Oriol, en el filme de Bollaín.
Elogio de la dignidad
Crítica de cine: 'Soy Nevenka'

Elogio de la dignidad

Cinesa, Ocine y Yelmo ·

Bollaín traza un relato sin exceso visual y exento de subrayados. Logra una abstracción colectiva desde el epicentro de una demoledora coacción colectiva

Guillermo Balbona

Santander

Miércoles, 2 de octubre 2024, 11:35

Cabe preguntarse cuántas veces el alcalde del Ayuntamiento de Ponferrada, Ismael Álvarez, llamó inepta y tonta a la concejala de Hacienda Nevenka Fernández; cuántas la humilló en público de muy diversas maneras; cuántas le hizo el vacío; cuántas, desde el poder, en fin, representó y ... simuló sentimientos, deseos y conductas con el único fin de mutar tales intenciones en un territorio de destrucción. Más que la cantidad, la respuesta es un estado: la anulación de la persona, la comunicación fundamentada en el miedo y la creación de un ecosistema en que solo hay verdugo y víctima. En este contexto, la película de Icíar Bollaín es un ejemplo de coherencia, de claridad narrativa, de rotundidad formal y bofetada emocional, una disección envolvente de unos 'sucesos', a veces crónica, otras documento, despojados de ruido: lo que suena, lo que se escucha en realidad, la mirada exterior e interior, ya explicitada en el título, 'Soy Nevenka', es la coherencia. Una mirada monolítica, sí, pero necesaria, rotunda, plena.

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