Encantadora restitución
'Mujercitas' | Dirección: Greta Gerwig; Género: drama-histórico; Salas: Cinesa y Peñacastillo
Guillermo Balbona
Santander
Viernes, 27 de diciembre 2019, 10:19
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Guillermo Balbona
Santander
Viernes, 27 de diciembre 2019, 10:19
Vuelta de tuerca a una historia que contiene prosa, poesía y, sobre todo, un verso libre. Encantadora revisitación, es un elegante, mimado y delicado ensamblaje coral que tan pronto rezuma superficialidad controlada como hondura pasional. Hay respeto, se revela inteligente y deja margen para que ... combatan libro y vida en un territorio común donde llegan a compartir miradas y a confundir ficción y realidad. 'Mujercitas' de la mano de Greta Gerwig, la directora de 'Lady Bird', no es una mera inmersión en la nostalgia, sino una restitución al posar e instalar en su interior la verdadera intensidad de la feminidad, modernizando modos y maneras.
Cinta también esteticista, pictórica y paisajística en rostros y escenarios, demuestra como principal virtud un equilibrio de tono, canto y expresividad que se derrama por lo narrativo y lo estilístico. Plástica y muy cercana, elude la tentación del panfleto y tampoco se aparta de las raíces de la ficción. Es capaz así de rozar la cursilería sin provocar sonrojo –esas escenas de madre e hijas en comunión alrededor de la cocina, o la alegre secuencia del castigo y el descubrimiento de la casa vecina-, y de hermosas y líricas situaciones como ese abrazo entre hermanas en la playa, a modo de deliciosa despedida; o el rechazo amoroso en una colina donde verborrea y silencio concluyen en una vista que hubiera firmado cualquiera de los grandes paisajistas británicos.
Esta 'Mujercitas' instaura una capa de mirada abierta, alienta a no acudir al tópico con prejuicios y se vuelve enormemente inteligente al convertir el relato, por encima de todo, en una escuela de aprendizaje, en un retrato iniciático donde deseos, cuerpos, renuncias y voces construyen la posición de cada personaje y su lugar en el mundo. Pero donde Gerwig (siempre osada) se muestra más sutil y lúcida es en su edificación de dos tiempos (separados por siete años) que vertebran su filme. Con un naturalismo asombroso, sin escisiones traumáticas ni convulsiones gratuitas, crea transiciones maravillosas como puertas o visillos entreabiertos que permiten al espectador discurrir entre dos estados. Una bisagra exenta de agitaciones donde la partitura de la banda sonora, las interpretaciones (mejor ellas que ellos) y la fotografía ahondan, que no decoran, en la entraña de cada una de las personalidades.
Es en ese momento cuando se inicia, desde la serenidad y madurez de la obra, un viaje entre la fragilidad de la vida y esas pérdidas plasmadas en el paso de la infancia y la adolescencia a la edad adulta. ¿Finales felices, finales moralistas? Sentida, cálida y aguda. Louisa May Alcott, autora, de la novela, Greta Gerwig, cineasta, y Jo March, personaje, se funden en una sola mujer, en una única mirada sobre el mundo. Y esta versión se postula como una clara invitación a narrarnos, a encarnarnos en esa metáfora de una historia encuadernada, custodiada al cabo, a la espera de la lectura de cada uno de nosotros.
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