Un escualo olímpico
Estreno. Netflix ·
La atrevida criatura parisina, a modo de bateau-mouche, se sube al podio olímpico de la plataforma a la espera de algún récord al mejor devoradorSecciones
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Estreno. Netflix ·
La atrevida criatura parisina, a modo de bateau-mouche, se sube al podio olímpico de la plataforma a la espera de algún récord al mejor devoradorUn thriller de tiburones, sí. Pero no de los de secano. Esos peces gordos aposentados en grandes despachos, practicando el canibalismo con todo lo que se pone por delante. No, en este caso el escualo, gigante, por más señas, es acuático y parisino. Tanto celo ... con la seguridad de los próximos Juegos Olímpicos y llega Netflix y acaba con toda llama de récord y de medalla y se instala en plenas aguas del Sena.
Año 2024
País Francia
Dirección Xavier Gens
Guión Yannick Dahan, Maud Heywang, Olivier Torres, Gens, Yaël Langmann
Reparto Bérénice Bejo, Nassim Lyes, Léa Léviant, Anaïs Parello
Género Terror
El atrevido tiburón, como si se tratara de un bateau-mouche, es el protagonista de una sencilla, eficaz y epatante historia de duelo entre la ciencia y lo fantástico que se ha subido en escasas jornadas a lo más alto del podio de la plataforma. Se advierte cierto tono socarrón de fondo, pero la película no llega a saber reírse de sí misma. Tampoco acaba de funcionar su inmersión a dos bandas: en la superficie y en la profundidad; en la seriedad y en la parodia; en la reivindicación de un género nunca muerto y en el retrato social y urbano de un entorno icónico violentado por un asombroso acontecimiento.
Dijéramos que el filme de Xavier Gens es un vulgar producto aparente con algunos momentos de entretenimiento, que remite a historias ancladas en la memoria de la cinefilia. Destaca, al contrario, por la superficialidad con la que el cineasta de 'La piel fría' desaprovecha lo que hubiese sido una incursión catártica en lo atávico. Una especie de juego de catacumba húmeda y no una mera catalogación de depredador excepcional, como si la capital francesa fuese un acuario para que un escualo olímpico pase una tarde de joie de vivre entre el pont des arts y el Pont Neuf. Pero la cosa se queda a medio camino entre la saga de 'Piraña' y un 'Megalodón' de agua dulce. El cineasta de 'Hitman', con un buen reparto, parece optar por moverse por las corrientes más confortables de 'En las profundidades del Sena' y nunca muestra ninguna intención de nadar a contracorriente. La figura de la criatura resulta un invitado incómodo pero carece del carisma que ha dotado a monstruos como amenazas cargadas de sombra y horror (con la obra maestra de Spielberg como friso inimitable). Hay sangre y vísceras y también zonas de confort, pero ni vence la sutileza ni el desmadre. El Sharknado parisino, entre toques ecologistas e hipérboles de caos y supervivencia, puede interpretarse en estas fechas como un jocoso pasatiempo a la espera de algún récord al mejor devorador.
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