EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS. 1946 116 min. EE UU Dirección: Lewis Milestone Guion: Robert Rossen (Historia: John Patrick). Música: Miklós Rózsa. Fotografía: Victor Milner. Reparto: Barbara Stanwyck, Van Heflin, Lizabeth Scott, Kirk Douglas, Judith Anderson, Roman Bohnen. Género: Drama .| Sala: Casyc. Club de Cine Unate. A las 19 horas. V.O.S. Subtitulada.
Guillermo Balbona
Santander
Miércoles, 6 de marzo 2019, 13:54
Posee todos los rasgos y querencias del canon noir cruzado por los mandamientos del melodrama. Rebosa ribetes criminales y destila esa elegancia clásica fruto de la caligrafía de un director clásico, tan artesanal como eficaz, con tanto talento como capacidad para aglutinar todos los ingredientes ... de una historia con personalidad. En este caso Lewis Milestone, cineasta de 'Sin novedad en el frente' y 'Rebelión a bordo', afronta en 'El extraño amor de Marta Ivers' un drama negro donde los cambios vitales, la erosión del tiempo, la confrontación de caracteres tienen su raíz lúcida en el guión de Robert Rossen. El filme, que hoy se proyecta en la reanudación del ciclo 'Arquetipos femeninos en el cine clásico de Hollywood' del cine club Unate, discurre entre maquinaciones y zonas oscuras a modo de un mecano perverso sobre la amistad, las traiciones, la codicia y el poder, todo ello retorcido por un golpe de fatalismo, de 'cul de sac' al que los personajes llegan asfixiados por el mal y las posibilidades de la inmoralidad. La gran Barbara Stanwyck, un joven Kirk Douglas que anticipa su inmensidad como actor –en su debut en la interpretación– y Judith Anderson, tras el rastro dejado por 'Rebeca', se mueven entre secretos y deudas del pasado en un filme cuya atmósfera y composición logran crear una burbuja empática en la que el director de 'La cuadrilla de los once' configura un retablo humano entre el azar, el destino y el fatalismo. Una sucesión de elementos de intriga alimentan la trama y engranaje que seduce por su gradual incursión en el epicentro de los personajes. El manejo de la tensión dramática, la combinación de recuerdos, sospechas y ambición es como un magma que se extiende desmayado sobre los personajes y sus sombras con el subrayado de grandes interpretaciones, caso llamativo de dos nombres Van Heflin y Lizabeth Scott. Tensión y y nervio, relato sólido, tormentas interiores y expresiones que transparentan los entresijos de la memoria van solapando recuerdos, miedos, remordimientos y sombras del pasado. La culpa, el dolor y el desamor se recomponen sobre el muro de la memoria que el filme muestra de forma implacable, sin concesiones. Criaturas que reptan entre una cadena de disturbios y un tramo final impulsivo y pasional. Es un ejemplo de consistencia narrativa, de empaque y de manejo de una historia potente que se derrama en todo su esplendor por la gravedad de unos personajes atrapados en perturbadoras estancias de sospecha y miedo, de avaricia y oscuridad.
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