Un exorcista en moto

Valoración

Datos

• País EE UU

• Año 2023

• Director Julius Avery

• Guion Evan Spiliotopoulos, Michael Petroni.

• Reparto Russell Crowe, Alex Essoe, Daniel Zovatto, Peter DeSouza-Feighoney, Franco Nero, Laurel Marsden

• Género Terror

Ambientada en la abadía de una cosa que llaman Castilla y que parece más un esqueje de Transilvania, solo falta un primo de Drácula para dotar de morbosa intención al guión en el que han intervenido (es un decir) hasta ocho manos, más una biografía de un exorcista jefe. Primero cabe preguntarse cómo serán los subordinados esforzados en practicar el noble pero fracasado arte de espantar a belcebú. Aquí la referencia es la del padre Gabriele Amorth un profesional de la cosa, muy real, que ocupó su puesto durante 36 años y participó en decenas de miles de exorcismos. Dada la cantidad de satanás, anónimos y con firma, que pululan en el presente pospandémico, es justo señalar que en la estadística triunfan los luzbel por goleada.

Si uno se toma el filme por el lado jocoso sacará partido de esta posesión efervescente con un Russell Crowe en modo señor del Vaticano. Como sucede con 'oso vicioso' y otras lindezas de cartelera, lo que le pierde al filme de Julius Avery es su indefinición y, en paralelo, su solapada acumulación de direcciones: hay de todo en la botica vaticana...la aventura, el tono distendido casi paródico, el terror, la vuelta de tuerca al subgénero de posesiones y una galería de guiños que parecen homenajear desde la burla al exorcista canónico de William Friedkin. Como si fuese una traslación de 'En nombre de la rosa' de Umberto Eco, este descenso a los infiernos con cura independiente de petaca y moto, que lucha incesante entre trago y trago, la cinta es tan creída como bobalicona. Si uno sobrevive al pésimo doblaje, a la pirotecnia de la vomitona y a algunos chistes en plena sobremesa posesiva, se debe a un Russell Crowe entregado a la causa, con amigo cura escudero, que parece forjar su exorcista en una mezcla entre Nanni Moretti, el padre Karras y Don Camilo. A partir de ahí... 'pecadillos a la mar!'