
Formalista, formularia
Cinesa y Embajadores de Santander ·
Un retrato de la fotógrafa neoyorquina con tanto gusto y respeto como insulsa mirada, sin desgarro, superficial y demasiado correcto y profilácticoSecciones
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Un retrato de la fotógrafa neoyorquina con tanto gusto y respeto como insulsa mirada, sin desgarro, superficial y demasiado correcto y profiláctico«Prefiero hacer una foto que ser una foto». De Lee Miller se sabe casi todo. Como excelente fotógrafa sabía que la vida de cada ... uno está llena de sombras y de luces, pero también de zonas invisibles e inasibles que en algunos casos resultan ser las más importantes. Ellen Kuras, que posee una filmografía exhaustiva, especialmente prolífica en el campo documental, se adentra en la figura de la neoyorquina con tanto gusto y respeto como insulsa mirada, sin desgarro, superficialidad y un retrato demasiado correcto y muy profiláctico. «Trátame como a uno más de los chicos», era el lema de Miller cuando se adentró en Alemania con las tropas aliadas y fue testigo de la liberación de los campos de concentración nazis. Miller, que dejó casi 60.000 imágenes, –ahora hay una muestra de su legado en Barcelona– tuvo varias vidas en una, como fotógrafa de moda, como fotoperiodista de guerra y como surrealista.
Año 2023
El biopic de la fotógrafa, encarnada por Kate Winslet, magnífica actriz, aquí algo varada o dispersa por una dirección endeble, es un filme desmayado, falto de fuerza. De las imágenes iniciales en un escenario de guerra a la privacidad de una imagen final, nunca se transparentan los verdaderos saltos vitales, existenciales, las colisiones y turbulencias internas de la fotógrafa. La cineasta, también directora de fotografía, traza en realidad una ilustración de principio a fin. Es formularia, convencional y formalista, lineal y carente de riesgo. Uno de los aspectos además más facilones y que incide en esa mera capacidad o prioridad ilustrativa, es que la cinta parece solo pendiente de recrear las imágenes, icónicas o famosas, de la biografiada. Estatismo y frialdad en un biopic sobre la colaboradora y amante de Man Ray, que en pantalla queda encorsetado y alejado de los claroscuros que demandaba el perfil de Miller.
Cerca del telefilme, en ocasiones arrastra el lastre de un guion que confunde el retrato con un continuo despojamiento de los enigmas de la fotógrafa y, lo que es peor, de los mundos interiores de la mujer. Cauta y monocorde, pese al peso de las imágenes, la película precisamente transmite la sensación contraria de lo que Miller buscaba: que cada uno mire el mundo y a los otros desde ángulos diferentes.
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