
Fuego en la mirada
Cinesa, Yelmo y Ocine ·
Prima lo visual y el diálogo entre lo sonoro y el silencio. El discurso calla pero no por ello está ausente. Así que todo resulta áspero, duro y necesariamente molestoSecciones
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Cinesa, Yelmo y Ocine ·
Prima lo visual y el diálogo entre lo sonoro y el silencio. El discurso calla pero no por ello está ausente. Así que todo resulta áspero, duro y necesariamente molestoJoan Fontcuberta, siempre lúcido al indagar en la sociedad de la imagen, habla de 'la furia de las imágenes' y sostiene que su saturación «nos ... obliga también a reflexionar sobre las que faltan: las imágenes que nunca han existido, las que han existido pero ya no están disponibles, las que se han enfrentado a obstáculos insalvables para existir, las que nuestra memoria colectiva no ha conservado, las que sido prohibidas o censuradas…».
País EE. UU.
Año 2024
Dirección y guión Alex Garland
Reparto Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny, Stephen Henderson
Género Drama bélico
'Civil war', una hipotética colisión aparentemente lejana, pero posible, es provocadora y sabe incomodar. Prima lo visual y un sordo, subliminal, pero muy punzante diálogo entre lo sonoro y el silencio. El discurso calla pero no por ello está ausente. Así que todo resulta áspero, duro y necesariamente molesto.
El cineasta Alex Garland logra, ante todo, generar una obra que resulta irritante y chocante, pero trata al espectador como un espejo inteligente (lo que muchos fabricantes de imágenes replicantes no hacen) y expone un filme-tesis sin que exista un discurso aparente. Hay perversión y una encendida imaginación. Para retratar lo que sería el día (año) que vivimos peligrosamente, el director de '28 días después' y 'ExMachina' huye del espectáculo epidérmico, incluso de ese manido mensaje manipulador de 'les advertimos que las siguientes imágenes son muy duras...'. Su cinta es seca, tajante, con pausas que dejan al ser humanos a la intemperie y que poseen fuego en la mirada.
Que el recurso narrativo, el eje, sea el viaje de una serie de fotoperiodistas al corazón de las tinieblas de un estado guerracivilista, de violencia extrema, ahonda aún más en su eficacia sin caer en el sensacionalismo y en el juego impactante del tú más. La escena de los cadáveres y algunas ejecuciones, con una excelente utilización de la banda sonora, son claras ilustraciones de ello. Y sus momentos más sublimes (y desconcertantes) afloran tan estruendosos como desgarradores a través de una cámara que es la vez una fotografía, un disparo de arma y de cámara, un fotograma y, al final, el ojo privado y público, indiferente o cómplice.
Todo el metraje, del caos a la huida hacia adelante, es una elipsis interminable. Está sí un país, EE UU, y podría pasar por ciencia ficción pero resulta tan reconocible que produce escalofríos. Y se intuye, aunque no se explique ni el origen ni las causas, que entre banderas, sangre y patria subyace una magnífica cinta bélica, como una cámara-granada que te destroza la cara, tras la que todos acabamos con el rostro de la excelente Kirsten Dunst entre la perplejidad y la fragilidad.
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