
Golpes muy bajos
Cinesa ·
La clave reside en cómo transformar en materia prima trágica el patetismo de la lucha libre a través de un descenso a los infiernos intimistas de lo humanoSecciones
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Cinesa ·
La clave reside en cómo transformar en materia prima trágica el patetismo de la lucha libre a través de un descenso a los infiernos intimistas de lo humanoHay mucha apariencia, mucho destello y mucha superficialidad que puede llevar a engaño. Parece una americanada, un biopic familiar y un territorio de lona, ascenso ... y caída noqueado por los estereotipos. Pero como en la principal lucha, la de la vida, hay golpes bajos, muy bajos, figurados y metafóricos, en este retrato coral a medio camino entre la radiografía de un ecosistema cerrado, el de la lucha libre profesional y el drama familiar que lo envuelve y subyace. En 'El clan de hierro' bajo los adoquines está la playa. Y el arenal narrativo lo pone el cineasta Sean Durkin, cuya filmografía es tan exigua como interesante.
País EE UU
Año 2023
Dirección y guion Sean Durkin
Reparto Zac Efron, Holt McCallany, Jeremy Allen White, Harris Dickinson
Género Drama
En este caso coge por la cabeza, los brazos y los cuerpos un proyecto enquistado en el tiempo, que le ha provocado tanta obsesión como delirios de grandeza, pero que al plasmarlo se ha convertido en una intensa e impecable bofetada a eso que llamamos existencia con sus azares, vicisitudes y secuelas. Quizás haya espectadores que vayan a la sala esperando otra cosa: un acercamiento a la vida real de los inseparables hermanos Von Erich, que hicieron historia en el mundo del 'wrestling' en los 80. Ese territorio, basado en buena parte en espectáculo, en engaño y en pactos está presente, incluso visualizado con elegantes coreografías. Pero lo que resulta deslumbrante, quizás por inesperado aunque coherente con la trayectoria del cineasta de 'Martha Marcy May Marlene' y 'The Nest' es –este sí– brutal retrato de una dinastía familiar zarandeada tanto por el triunfo como por el fracaso. Paternalismo dominante y feroz, sucesivas sombras del destino, una especie de mal fario que no parece tener fin. Donde Durkin marca las señales de la diferencia es en su tratamiento de los personajes, entre la sinceridad, la ternura y, a su vez, un sano distanciamiento.
El segundo factor humano que requiere de talento y construye un camino de empatía con el espectador pese a la devastadora decadencia de las criaturas, radica en la gran labor de los intérpretes, encabezados por unos sorprendentes Zac Efron y Jeremy Allen White. Aportaciones basadas en mutaciones físicas pero sobre todo emocionales como si llevaran, a modo de tatuaje, en cada fotograma la sombra del destino, la desgarradura del infortunio y las manchas del dolor. La clave reside en cómo transformar en tragedia, más que americana, el patetismo de la lucha libre en un descenso a los infiernos intimistas de la verdad tras el escaparate del mundo como espectáculo.
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