Grotesco desmadre
Cinesa, Yelmo y Ocine ·
Festín sanguinolento de casquería nada fina, aderezado con gotas de humor, que elevan al diabólico Art el Payaso a la categoría de irónico matarifeSecciones
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Cinesa, Yelmo y Ocine ·
Festín sanguinolento de casquería nada fina, aderezado con gotas de humor, que elevan al diabólico Art el Payaso a la categoría de irónico matarifeDe ser fieles a lo visto, la última (¿?) entrega de 'Terrifier' –tercera en el casillero de su personaje, pero primera en volumen de brutalidad y crueldad– debería medirse no por la cifra de su metraje, sino por la cantidad de muertes, litros de hemoglobina y ... miembros amputados.
Año 2024
País EE. UU.
Dirección y guion Damien Leone
Reparto David Howard Thornton, Lauren LaVera, Chris Jericho, Margaret Anne Florence
Género Terror
Para los entregados al gore más radical, a la disección punk y visceral de cuerpos y a la paródica celebración de mutilaciones varias, el filme del cineasta Damien Leone, responsable de las dos cintas precedentes, es el festín más jubiloso. Su preludio, sin tregua, cuando aún uno no se ha fijado en la butaca, es un grotesco desmadre sangriento de casquería nada fina, aderezado con gotas de humor, que elevan al diabólico Art el Payaso a la categoría de icónico matarife.
Aunque el director pretenda salpicar la carnicería (hacha, cuchillo, motosierra y todo tipo de afilados instrumentos) con algo de psicología traumática y de carrera de supervivencia, síntoma de que hasta el creador se le atraganta el banquete, 'Terrifier 3' es solamente una vuelta de tuerca cada vez más sangrienta, truculenta y, a ser posible, repugnante en su contundencia. Si el espectador no es adicto al género y aún menos a esta sección de matadero gestionada por Art el Payaso, mejor abstenerse. O bien puede probar a superar ese tour de force inicial, familiar y navideño en su entrañable matanza, para enfrentarse después a sucesivas sensaciones. Hay una larga tradición de gore y juguetería de carne y víscera, pero a 'Terrifier' hay que reconocerle su toque especial basado en el descaro, en la mezcla de slapstick y ferocidad despiadada, mientras cada muerte se vuelve un divertimento jocosamente horroroso, sin ánimo de narración convencional. En esta ocasión exprime al máximo el caos, el contraste navideño y lo macabro. Bajo el abeto puede hallarse una cabeza decapitada y en las escaleras un cráneo aplastado. No hay descanso y el filme encauza su ansiedad en busca de una cuarta entrega. Terror, sí, pero solo el que se fundamenta en la náusea y el regocijo violento. No hay elipsis ni fueras de campo. El espectador se enfrenta a un banquete extremo donde se citan la comedia negra, el tono demoníaco juguetón, el descuartizamiento y ese aire de psicópata camuflado en una impostura gamberra. Un mimo salvaje, aquí incluso con ayudante, a modo de pariente de la niña de 'El exorcista', que trata de ser tan violento como gracioso. Unas risas que salen de las tripas. Literal.
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