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Els encantats. 2023. 108 min. España. Dirección: Elena Trapé. Guion: Miguel Ibáñez Monroy, Trapé. Música: Anna Andreu. Fotografía: Pau Castejón. Reparto: Laia Costa, Ainara Elejalde, ... Pep Cruz, Daniel Pérez Prada y Aina Clotet. Género: Drama. Salas: Cinesa y Ocine.
Es una película-estado. No en lo político ni en lo geográfico, sino en lo puramente emocional. La historia, una ruptura sentimental que conlleva un distanciamiento maternofilial, se parece a muchas otras, claro. Pero lo importante es la pérdida invisible, la metamorfosis del dolor, la búsqueda de otros horizontes, el contraste, cuando no colisión, entre lo íntimo y lo social, entre uno mismo y los demás. Y en esas capas y pliegues que exigen al espectador mirar hacia dentro, es donde 'Els encantats' se vuelve diferente, etérea y sutil. Para ello hay que tener una actriz que no cuenta lo que le sucede a su personaje, sino que exprese de forma aparente y secreta, soterrada y expansiva, en un equilibrio que se antoja extraño, esa caricia con la cámara que es también, o debe serlo, distanciamiento.
Su directora Elena Trapé, siempre interesante aunque se prodiga poco, otorga una vuelta de tuerca a su anterior filme, 'Las distancias', para seguir poniendo el foco, en realidad, en ese desencanto vital, en ese estado intermedio entre la luz y la oscuridad con una criatura entre el encantamiento de la desazón afectiva y la necesidad de ahondar en un tiempo nuevo.
En sus anteriores obras Trapé también trazaba retratos emocionales, existenciales y generacionales pero a través de un colectivo. Aquí lo hace fijando el plano narrativo, intuitivo y sensitivo en una mirada, la de Laia Costa. En este sentido, puede decirse que tiene media película construida y ganada con la elección de una actriz que parece tener un pacto con la cámara y su entorno.
'Els encantats' es paisaje, personaje y atmósfera de comunidad pero es, sobre todo, esa indefinición del vacío, esa mirada tan perdida como reconocible. Mujer, madre y naturaleza confluyen y se descomponen en su desesperanza pero también en su intento de restitución. El filme curiosamente, y eso es mérito de la directora, se eleva en las conversaciones íntimas, en los contrastes con los personajes que salen al encuentro de la madre detenida en su desconcierto, desmayada en su sensación de orfandad afectiva. La cineasta de 'Blog', su prometedora ópera prima, edifica paradójicamente una ficción sobre las ruinas, en el epicentro de un derrumbe vital, y en busca de un diseño inédito que permita levantar una vida. Entre la parálisis y la catarsis el filme se sitúa siempre donde quiere Laia Costa, mirada y residencia en la tierra.
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