
Ingenio y deslumbramiento
Sala Bonifaz ·
El espejo de la condición humana está siempre intacto reflejando, desde la ironía y la mirada crítica nuestras ilusiones fragmentadasSecciones
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Sala Bonifaz ·
El espejo de la condición humana está siempre intacto reflejando, desde la ironía y la mirada crítica nuestras ilusiones fragmentadasEl enredo inteligente con mayúsculas y no como coartada. El equívoco elevado, sutil y deliciosamente, a las puertas de un romanticismo inesperado, y la medida ... y el tono de la comedia sentimental ideal están detrás de un monumento como 'El bazar de las sorpresas' del gran maestro Lubitsch. El juego de conocimiento/ignorancia, los puntos de vista, lo sensible y mordaz, con distintas graduaciones, vertebran y dominan una comedia que, como muchos de los clásicos, sigue siendo modernidad pura. Como en tantas ocasiones y ejemplos, también la obra del cineasta de 'To be or no to be', propició un remake, 'Tienes un e-mail' (donde la correspondencia epistolar fue sustituida por Internet), nada despreciable, aunque sin aportar nada a la frescura imperecedera del filme fechado hace ya más de ochenta.
País EE UU
Año 1940
Dirección Ernst Lubitsch
Guion Samson Raphaelson
Reparto Margaret Sullavan, James Stewart, Frank Morgan, Joseph Schildkraut
Género Comedia romántica
Todo el tempo, el engranaje de colisión y conflicto tratado con precisión vuelve a estar en el epicentro de una comedia elegante, más moderada en su agudeza, pero no menos delicada en su capacidad seductora. Humor y esa facilidad para combinar estilo, fogonazos de comicidad, diálogos sugerentes se alternan en un vínculo imposible que crece como tragicomedia. A ello contribuye el duelo interpretativo magistral, pleno de matices, entre Margaret Sullavan y James Stewart. El 'juntos pero no revueltos' es el mantra que subyace en este enredo de ambiente laboral. Pero lo que más llama la atención es su estilización de cine sin estridencias, ni afectación, lo contrario justo de buena parte de las películas actuales que se creen exponente de una modernidad que llevan la fecha de caducidad en sus títulos de crédito. Ya lo dijo Billy Wilder: «Lubitsch dice más cosas con una puerta cerrada que la mayoría de los directores actuales con una bragueta abierta».
Aquí el ingenio no son cuatro ocurrencias, el ritmo no es un pasaje aislado pegadizo y nunca se confunde la levedad con la frivolidad y la ligereza. Con Ernst Lubitsch, cineasta de 'Ninotschka', el espejo de la condición humana está siempre intacto reflejando, desde la ironía y la mirada crítica, nuestras ilusiones fragmentadas, nuestras miserias y grandezas. Además, frente a otras comedias suyas igual de perfectas, aferradas a microcosmos sofisticados, lo que prima aquí es un retrato más cercano, de calle y sobre lo cotidiano. Lo entrañable y lo divertido casan de forma natural gracias a esa destreza del cineasta. De la mentira a la verdad, del espejismo a la realidad, del secreto a la revelación con la compleja sencillez de un cine con tacto, nunca convencional.
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