Una inmersión atávica
Groucho ·
El espectador se adentra en el paisaje y acaba atrapado en la espesura de ritos, folclorismo y fuerzas extrañas a través de un excelente retrato oscuroSecciones
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Groucho ·
El espectador se adentra en el paisaje y acaba atrapado en la espesura de ritos, folclorismo y fuerzas extrañas a través de un excelente retrato oscuroEn la pausa, en cierto tempo contemplativo reside su tensión. En lo que queda en los márgenes asoma el misterio, el arcano, lo insondable. En su fisicidad cabe la extrañeza. Y todo envuelto en una atmósfera de salvajismo subyacente, de primitivismo imprevisible. 'El baño del ... diablo' contiene imágenes preciosistas, pero la belleza a veces también puede dar miedo. En ese territorio tan frágil y delicado juegan sus cartas el tándem de cineastas austriacos Veronika Franz y Severin Fiala que nunca abandona esa opción.
Año 2024
País Austria
Dirección y guion Severin Fiala, Veronika Franz
Reparto Anja Plaschg, David Scheid, Maria Hofstätter, Tim Valerian Alberti
Género Terror
El espectador se adentra en el paisaje y acaba atrapado en la espesura de ritos, folclorismo y fuerzas extrañas a través de un excelente retrato oscuro. Una joven en la Austria rural del siglo XVIII es el factor humano de una cinta sólida, aferrada a lo invisible y a lo sugerente, vertebrada por un paisajismo, muchas veces pictórico, que buscan en la tierra, en lo animal, en lo ancestral, o en la leyenda ,una sucesión de temblores.
Que nadie espere sustos, inesperados golpes de efecto, mutaciones y explícitas o retorcidas expresiones del terror más estereotipado. La cinta de los directores de 'La cabaña siniestra' y 'Buenas noches, mamá' propone una inmersión en la naturaleza, en ritos y perversiones, en relaciones familiares y en vínculos comunidad/individuo que configuran un constante latido perturbador. Cine serio y terror adulto, que pide complicidad para ir desbrozando la maleza, dejarse seducir por esos relatos implícitos en bosques y ríos y exprimir las capas de un drama histórico que muta en horror folclórico. El infanticidio, la depresión femenina, la maternidad, la identidad, la revelación progresiva de un submundo opresivo y amenazante alimentan la ficción que nunca lo parece. Anja Plaschg encarna a la guía sufriente de este mapa del cuerpo donde de nuevo belleza y dolor, fanatismo, violencia y venganza edifican un ecosistema de fatalismo y turbiedad. Un viaje de suicido y crimen, de redención y huida donde la celebración de la vida, al cabo, se manifiesta a través de la presencia dominante de la muerte. Lo que late es lo atractivo. Y su impacto está afinado por la ausencia de hipérbole. Un enigma de fuego y oscuridad posee el mismo tono que una decapitación. El temblor desgarrador y sin posibilidad de escape tiene su origen en esa miscelánea de religión, presentimiento y vacío. Una película que crece cuando deja más espacio a la imaginación exaltada.
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