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A la intemperie
Bonifaz. FIlmoteca. Programa. Agosto. ·
Bergman, sin ruido, nos deja desarmados. Como en todo verano la memoria nos devuelve lo irrepetible. Y, sin embargo, todo parece trágico y maravillosoSecciones
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Bonifaz. FIlmoteca. Programa. Agosto. ·
Bergman, sin ruido, nos deja desarmados. Como en todo verano la memoria nos devuelve lo irrepetible. Y, sin embargo, todo parece trágico y maravillosoNingún verano sin Mónica. El tiempo hace estragos pero no cuando las heridas asoman incrustadas en la luminosidad, la ligereza y la intensidad dialogan con ... naturalidad extraña y el mundo parece detenido en unos primeros planos insuperables.
Dirección y guion Ingmar Bergman.Y Per-Anders Fogelström
Reparto Harriet Andersson, Lars Ekborg, John Harryson, Georg Skarstedt
Género Drama
Godard ante el filme de Ingmar Bergman, dotado desde el principio de una mirada universal, dejó escritos tantos elogios como para enmarcar en mármol en un friso. Truffaut la incluyó como cita en su canónica ópera prima, 'Los cuatrocientos golpes'. Y de una forma nostálgica, influyente, icónica, 'Un verano con Mónica' crece en cada descubrimiento y susurra una llamada constante a ser visionada en el espacio, el rito y la ceremonia de la sala oscura. Todo es una ilusión. No solo ese intermedio soñado, onírico, de tiempo suspendido como el que cobija en algún momento todo verano. Sino en la desgarradura que, antes o después, sacude a sus protagonistas, al espectador, a la propia vida.
Hay afortunadamente muchos planos inolvidables en la historia del cine, pero sin duda 'Un verano con Mónica' contiene uno de los más atronadoramente silenciosos, hermosamente elocuentes, brutal en su evidencia, cinematográficamente rotundo: ese en el que Harriet Andersson mira al frente, a ese interlocutor que ya es persona, máscara, personaje, criatura, hombre o mujer, como si todo fuese a concluir. Y entonces no hay guion, como tampoco lo hay en la vida, sino una honda tristeza a la espera de una conmoción que no llega. El cineasta, dramaturgo, escritor...hizo sus obras mayores más tarde, de 'Como en un espejo' a 'Gritos y susurros', pero cabe en Mónica toda una expresión, concepción creativa, existencial y humana. Uno se zambulle con inocencia y nunca sale indemne de este microcosmos donde se van revelando muchos de los latidos que tendría el cine posterior del cineasta de 'Fresas salvajes'. El amor y el desamor, la culpa, la redención, la amargura, la incomunicación o el vértigo ante la muerte. «No es orfebre quien quiere serlo. No se adelanta a los demás quien lo grita a los cuatro vientos. (...)Porque Bergman nos demuestra que es nuevo quien es preciso, y es preciso quien es profundo». Bergman, sin ruido, nos deja desarmados, a la intemperie, entre la soledad y la naturaleza, de un modo salvaje. Hay belleza y dolor. Como en todo verano la memoria nos devuelve aquello irrepetible. Y, sin embargo, todo parece trágico y maravilloso.
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Ana del Castillo
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