
Kafka con maletas
Groucho ·
En ese juego trenzado por lo inesperado y lo imprevisible, lo azaroso y lo callado y oculto, va asomando otra peliculaSecciones
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Groucho ·
En ese juego trenzado por lo inesperado y lo imprevisible, lo azaroso y lo callado y oculto, va asomando otra peliculaTodo rema a favor. La puesta en escena, los rostros, la tensión de lo cotidiano inmerso en una situación anómala. Pero también esa sensación de ... que cada uno de nosotros, antes o después, puede vivir bajo la textura de una kafkiana, absurda, inexplicable vuelta de tuerca sobre la que no cabe ni razonar ni intentar buscar un resquicio de rectificación. Un aeropuerto, cuatro paredes, papeleo, maletas varadas, un viaje frustrado y muchas preguntas. Con semejante materia prima, 'Upon entry' (La llegada) juega, por supuesto, con un simbolismo político de fondo, con las obsesivas y represivas medidas de la seguridad convertidas en arma de poder y ese detalle nimio que se nos escapa y que puede convertirse en la llave que diferencia una puerta abierta de otra cerrada.
País España
Año 2022
Dirección y guion Alejandro Rojas, Juan Sebastián Vasquez
Reparto Alberto Ammann, Bruna Cusí, Ben Temple, Laura Gómez
Género Drama
Para empezar los directores Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez no tienen miedo a los fotogramas que, por delante y por detrás, cualquier producción convencional usaría para alargar el metraje. En este sentido, 'La llegada' puede fijarse en una etiqueta minimalista pero paradójicamente suena a reduccionista. Su capacidad de síntesis forma parte coherente de su densidad; su aparente insistencia en la anécdota engrandece su dimensión honda y humana, y los resortes más virtuosos no descuidan, sino todo lo contrario, la fuerza e intensidad del drama. Buena parte de la eficacia para elevar y tensar la cuerda reside en la pareja protagonista, Alberto Ammann y Bruna Cusí, que ya desde su primer viaje en el preludio, el del taxi hasta el aeropuerto, desprende una atmósfera leve pero precisa sobre malos presagios y una extrañeza que con el guion aún a la intemperie, se revela gracias a ambos intérpretes. ¿Quién no ha temblado al pasar cualquier tipo de control? ¿Tenemos todos algo que ocultar?
Con semejantes premisas, la de la sensación y la existencial, el discurso directo y fácil va asumiendo mimbres, entrelazando historias invisibles y abriendo nuevas e inesperadas perspectivas. En ese juego trenzado por lo inesperado y lo imprevisible, lo azaroso y lo callado u oculto, va asomando otra película. Y ambas, tanto la que está en la superficie como la que subyace, zarandean al espectador con maliciosa facilidad. Uno nunca se siente cómodo y más que golpes de efecto, lo que otorga licencias de verosimilitud es ese sentido estado en suspenso de los proyectos, de las previsiones que se diluyen en cuanto los cineastas venezolanos, casi debutantes, practican una incisión en la realidad.
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