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Ladrar y no morder
Estreno el viernes en Cinesa ·
El hombre también es un perro para el hombre, parece ilustrar Besson. Todo es esperpéntico e hipnótico, fascinante y jocosamente absurdoSecciones
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Estreno el viernes en Cinesa ·
El hombre también es un perro para el hombre, parece ilustrar Besson. Todo es esperpéntico e hipnótico, fascinante y jocosamente absurdoEs más sorprendente que provocadora. Y eso tratándose de Luc Besson suena raro. El filme se abre y discurre con las fauces muy abiertas, atrevido, ... diferente, fabulador, extraño. Luego va perdiendo fuerza y apenas muerde en su tramo final. El cineasta de 'El quinto elemento', prolífico director y productor, siempre con un toque diferencial en sus ficciones, ladra a la luna lunera en 'Dogman', que a ratos se muestra ladrador y poco mordedor y en otros momentos resurge visceral, veloz, con una cámara a cuatro patas que sabe domar lo que en otros sería simple efectismo. El filme ha permanecido adormecido hasta estrenarse mañana viernes. Probablemente, tras su presentación en Venecia, haya tenido que ver con el hecho de que Luc Besson fuese acusado de abusos sexuales y luego absuelto.
País Francia
Año 2023
Dirección y guion Luc Besson
Reparto Caleb Landry Jones, Jonica T. Gibbs, Christopher Denham, Clemens Schick
Género Drama
El cineasta de 'Lucy' juega con el simbolismo y más bien ilustra que el hombre también es un perro para el hombre. Pero, ¿qué es 'Dogman'? Difícil no recurrir al caos y al batiburrillo para describir la historia que, en síntesis, retrata a un hombre que de niño fue maltratado y arrojado a una jaula llena de perros. Algo así como la versión contraria de 'El pequeño salvaje', reeducado no por sus semejantes sino por los canes que lo cobijan. Con ese planteamiento que se conoce casi en el arranque, el resto discurre entre flashbacks del adulto que explican su pasado y momentos que combinan, curiosamente con naturalidad, lo esperpéntico y lo hipnótico, lo fascinante y lo jocosamente absurdo. Con mente abierta uno puede hacer muchas concesiones para que la trama le entre por el ojo. El problema es que Besson pasa de la fábula, del cuento demoledor sobre la destrucción del otro y la autodestrucción a un thriller vestido de parábola, donde la religión, Shakespeare, lo patético, lo superficial y lo profundo intercambian bobas reflexiones en voz alta y guiños cinéfilos sin una definición clara.
De 'El silencio de los corderos' a las comedias alocadas en las que vale todo y hasta un toque 'drag'. De ahí que el patetismo y lo ridículo convivan con irresistibles gestos trágicos y ladridos de supervivencia. El cineasta de 'Anna', que por momentos parecía recordar al de 'Profesional (Léo)' vive sumido en cierto fracaso enquistado. El ángel vengador que esconde su engolada ficción, podría haber sido más sinceramente atractivo si el cineasta hubiese ladrado desde los márgenes. Además para ello contaba con 'el mejor amigo del director' a su lado: un entregado Caleb Landry Jones que llena los huecos y eleva lo bizarro a la categoría de delirante seducción humano canina.
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