
Ladridos humanos
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Iñárritu conduce la cámara por los entresijos del magistral guion de Arriaga, con brío y nervio, como si se fuese a acabar el mundoSecciones
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Iñárritu conduce la cámara por los entresijos del magistral guion de Arriaga, con brío y nervio, como si se fuese a acabar el mundoEs difícil imaginar una ópera prima más perfecta. Y no es cuestión de técnica, planificación, ideas claras y poso ajeno a una incursión primeriza, que ... también, como de concentración de buena parte de las obsesiones, perspectivas y fundamentos que ha deparado su cine después. Hablamos de 'Amores perros' y de su director Alejandro González Iñárritu. Un debut contundente, brutal, rotundo, con un cruce de caminos de vidas en torno a un accidente. Azar y destinos, retrato coral pero, sobre todo, definido en cada una de sus criaturas, contrastes y colisiones, entre el epicentro y la marginalidad. Esas orillas de unas historias entretejidas con pulso narrativo. Elipsis e intriga se combinan en un fragmentado mosaico de teselas humanas que va componiendo su trazado e imagen final en una suerte de lúcida radiografía existencial.
País México
Ni que decir tiene que un pilar esencial de esa construcción virtuosa radica en el guión de Guillermo Arriaga y ahí es donde el recuerdo del magistral filme, fechado al inicio del siglo, obliga a analizar hasta qué punto el cine de Iñárritu perdió identidad después de que el tándem con el guionista y escritor acabara en catarsis. Antes de la ruptura, ambos firmaron la imprescindible trilogía de la muerte y el dolor que, junto a 'Amores perros', integran '21 gramos' y 'Babel'. Habilidad y ritmo, elegancia y sofisticada ferocidad y desgarradura de unos personajes, magníficamente interpretados, que abordan una mirada compleja a modo de collage.
El caleidoscopio de la sociedad mexicana no la convierte en una película localista. Una mezcla de atracción y repulsión con la muerte como mantra constituye la masa densa y viscosa de una historia, que son muchas y una, entre la rabia y la desolación. Y los perros en una presencia simbólica y metafórica, pero también utilitaria. Hay una sentencia significativa del cineasta de 'El renacido': «Esta película se hizo con la cabeza, las vísceras, las tripas y la neurosis de mucha gente». Amor, traición y dolor son los factores de una narración donde la violencia y la banda sonora se postulan como trazados donde confluyen lo demoledor y la desazón.
Tres historias, entre la crueldad y la desesperación, que apenas se tocan, en las que distintos niveles sociales albergan parábolas de pérdida, fragilidad y desgarro. Fatalismo y perdición se aúnan y funden en un terreno común de posible redención.
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