
Madre, matriarcado, mujer
Groucho ·
Drama social, sí, pero sobre todo un retrato pleno de autenticidad seca y cálidad, húmeda y efectiva, con una intensa actriz dentroSecciones
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Groucho ·
Drama social, sí, pero sobre todo un retrato pleno de autenticidad seca y cálidad, húmeda y efectiva, con una intensa actriz dentroMás que sororidad, es pura sensibilidad social. Retrato de mujer con historia emocional dentro. 'Matria', ópera prima de Álvaro Gago Díaz, es una extensión meditada, ... nunca forzada, de su cortometraje del mismo título. El foco, la mirada, la médium es Ramona en ambos casos, un personaje en toda la dimensión de la palabra, con una actriz muy grande detrás que vertebra una historia que condensa realismo y pausa, contención y señales de lo convulso. La ficción es fácilmente objeto de lo esquemático: esa mujer que habita en un pueblo de la costa gallega, donde la precariedad no solo es laboral y con un hija que busca salir adelante. Eso es todo y, lógicamente, es mucho.
País España
Año 2023
Dirección y guion Álvaro Gago Díaz
Reparto María Vázquez, Santi Prego, Soraya Luaces, Tatán, Susana Sampedro, Francisca Iglesias Bouzón, Sergio Baleirón
Género Drama
Con sobriedad, no exenta de hondura, 'Matria' es reflejo de la tierra en la persona, y viceversa. Se ha hablado mucho de la influencia o la referencia de los hermanos Dardenne, también podría citarse a Guédiguian o incluso Loach. La película de Gago está sembrada por lo cotidiano, lo laboral y el bucle existencial, pero posee varios e intensos matices sobre una lucha de supervivencia que desmitifica el papel de la madre coraje, que se mueve entre la desazón y el vitalismo, entre ese pulso con la vida que se escurre y la amargura. María Vázquez es el milagro entre la cámara de Álvaro Gago y la construcción de una criatura, desde el interior hacia fuera y en su dirección contraria.
Frente a tanta insípida comedia coral, encontrarse con 'Matria' supone una respiro. Como el buen periodismo, cuenta a la gente lo que le pasa a la gente. Hay iluminación en lo oscuro y su reverso, sentimientos que afloran casi sin pronunciarse y un estado en femenino singular que tiene su raíz y su radiografía social, su levedad e irregularidad y su poso. Se permite incluso guiños o un homenaje tan abierto como el del plano frontal de la mujer pelando patatas que remite a la reivindica ahora 'Jeanne Dielman' de Chantal Akerman. Una vida dura narrada con la misma honestidad, realismo y entereza que demuestra el personaje y la encarnación de su actriz. Hay una cadena de complicidad narrativa y emocional, una apelación al vitalismo suficiente para que asome el carisma, el afán, el combate interior y exterior, la necesidad de que esa mujer, persona, madre expulse sus demonios y reclame su lugar en el mundo y sus oportunidades. No hay renuncia, sino el perfil de un humanismo que vive la querencia y el desafecto por un entorno heredado.
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