Moteros de otra época
Cinesa y Ocine ·
Un filme estéticamente contagioso que elude ahondar en los dramas episódicos y eleva su nostalgia en el retrato casi inadmisible de un tiempoSecciones
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Cinesa y Ocine ·
Un filme estéticamente contagioso que elude ahondar en los dramas episódicos y eleva su nostalgia en el retrato casi inadmisible de un tiempoLa cosa va de moteros, de clubes, de pandilleros, de ansias de libertad y de ese escapismo a veces poético, otras atrapado en bucle, finalmente inmerso en un halo de la violencia.
Año 2023
País EE. UU.
Dirección y guion Jeff Nichols
Reparto Jodie Comer, Austin Butler, Tom Hardy, Michael Shannon
Género Drama
'The Bikeriders' –en realidad le sobra el epígrafe masticado de 'La ley ... del asfalto'– es una potente narración, rubricada por la intensidad visual de su cineasta. Una de moteros, ambientada en los sesenta, con aureola de cambio de época y ese pulso entre la decadencia y la celebración, entre una forma de vida y un duelo de luces y sombras con grasa, motores y liderazgos enfrentados. Hay una esencia gráfica estilizada en la cinta de Jeff Nichols que recuerda a los álbumes fotográficos. De hecho el cineasta de 'Mud' se inspira en una serie de imágenes de moteros de la América marcada por Vietnam y toda la iconografía nostálgica de una tradición de carreteras, ese 'On the road' de perspectivas y fascinación por el tiempo y el espacio.
Los intérpretes, Austin Butler, Tom Hardy y Jodie Comer, completan esa entraña visceral, existencial de combustible escéptico que separa las distancias físicas y emocionales. Uno se aferra siempre a otra poética sobria pero no menos desgarrada del chico de la moto en la hermosa 'Rumble Fish' de Coppola. Pero no es menos cierto que este filme, como de otra época, discurre entre guiños y homenajes y evoca por ejemplo al 'Salvaje' de Brando, muchas veces olvidada. 'Bikeriders' posee autenticidad pese al inevitable déjà vu. Pero el relato de outsiders, cierto tono documental y esa extrañeza del mundo forajido que ha sembrado tantas películas atraviesa la ficción que se hace querer, familiar y cercana. No muy lejos tampoco de 'Easy Rider' destila excelencia en lo visual, en la vocación de estilo, en la reproducción de una mitomanía, aunque al cineasta de 'Midnight Special' le interese más la atmósfera, el gesto, esa colección de imágenes que forjan un corpus de cazadoras, de botas, de rock. La inocencia desvirgada, las miradas perdidas con sentido de paraíso perdido empapan esa meta del 'buscando mi destino' como un lema colectivo. Un filme estéticamente contagioso que elude ahondar en los dramas episódicos y eleva ese retrato casi inasibe de un tiempo. Y como en el resto de su filmografía, silenciosa pero certera, pone el foco en la redención del amor que se transparenta entre el paisaje.
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