El mundo que se mece
Los Ángeles ·
Un toque ligero sobre cosas trascendentes y una mirada grave que sobrevuela sin posarse del todo | Una película que se deja abrazar por su madre-abuelaSecciones
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Un toque ligero sobre cosas trascendentes y una mirada grave que sobrevuela sin posarse del todo | Una película que se deja abrazar por su madre-abuelaAntes de una madre ya existió una familia entera. Ahora el matriarcado, ese latido capaz de desprender una fuerza reconocible, es el epicentro del nuevo filme dirigido por el nonagenario cineasta y realizador Yôji Yamada. Un retrato que deja sobre el celuloide, como el mantel ... de la mesa, todos esos tempos a veces invisibles, otros subrayados, que componen el mundo de la comedia y el drama. Ahora, con naturalidad, sin cansancio que huela a reiteración, sino con una extraña delicadeza formal, se atreve a dar otra vuelta de tuerca a esas colisiones generacionales, al paso del tiempo, a lo cotidiano que muta en silencio. Siempre con el cine de Yasujirõ Ozu en la retina, como ya dejara claro en el remake de 'Cuentos de Tokio', en Yamada el apego más notorio consiste en intentar mostrar las diversas capas de las etapas y eras que se van consumiendo ante la extrañeza de unos y la resistencia de otros.
País Japón
Año 2023
Director Yôji Yamada
Guion Yuzo Asahara, Yamada
Reparto Yo Oizumi, Sayuri Yoshinaga, Mei Nagano, Rosa Kato
Género Drama
El cineasta, cerca de cien películas a sus 93 años de edad, mantiene una mirada amable pero incisiva, conmovedora pero también a veces sutilmente amarga para ahondar en las familias y en sus diversos ecosistemas. Si su mundo cinematográfico inicial fueron los samuráis, en su propia búsqueda de la caligrafía de Ozu, avanzó hacia un caleidoscopio del intimismo. En este filme el contraste entre la madre y su microcosmos y el de su hijo no solo simbolizan de manera superficial la tradición y la modernidad, determinados valores frente a una cierta uniformidad global, sino la descripción desde el conocimiento de esos fragmentos de vida. Cierre de una trilogía, en cualquier caso lo que cuenta para el cineasta es una zona de confort narrativa que no debe tampoco confundirse con asidero convencional. Se ha hablado mucho y aquí vuelve a ser certeza y refugio visual, la asociación del cine de Yamada con el de Ettore Scola, retratista en espacios reducidos elevados a categoría de universos: la propia familia, la terraza o un salón de baile donde discurren la Historia y las historias, los dramas privados y las grandes tragedias.
No hay sorpresas en 'Una madre de Tokio' pero resulta llevadero y entrañable ese paseo sociológico, más que existencial, que sin desgarros pretende confrontar presente y futuro sin dejar de mirar nunca las enseñanzas del pasado. Un toque ligero sobre cosas trascendentes y una mirada grave que sobrevuela sin posarse del todo. Una película que se deja abrazar por esa madre-abuela (Sayuri Yoshinaga), que mece el cine de antes y el de ahora.
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