Oscura comedia excéntrica

Guillermo Balbona

Santander

Miércoles, 26 de febrero 2025, 12:11

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Las apariencias (siempre engañan); la superficialidad, la apariencia física especialmente, es quizás uno de los terrenos más escabrosos del presente. Las redes sociales no han ... ayudado y buena parte de lo enfermizo viene dado por la aceleración de los juicios y el no dedicar ni un segundo a arañar esa primera capa de las cosas y, peor aun, de las personas. 'A Different Man', en principio puede verse (también superficialmente) como una vuelta de tuerca al mito del hombre elefante, se postula como una comedia supuestamente ligera, incluso frívola. Sin embargo, su luz y, por ende, su oscuridad, revelan una amarga mirada sobre nosotros mismos y sobre los demás. El cineasta de 'Go down death', Aaron Schimberg, en su tercer filme revela una madurez extraña, un poso y serenidad muy asentadas para jugar con los tópicos y mostrar el engranaje de un baile de máscaras que pone en entredicho tanto nuestra manera de enjuiciar como la de adoptar roles sociales ante lo diferente, ante el diferente. El filme, desde el punto de vista de un aspirante a actor que padece neurofibromatosis, se convierte también 'aparentemente' en otro al contar una mutación inesperada. Con ello precisamente el director y guionista se aleja de la historia del hombre deforme llevada al cine magistralmente por David Lynch, o de otras visiones cercanas como la nada desdeñable 'Máscara' de Peter Bogdanovich. 'A Different Man' se recrea paradójicamente en su falta de ambición, en su divertimento de comedia ingeniosa. Pero es inteligente, curiosa, original, juega con persistencia y percute en las entrañas de la hipocresía y del autoengaño hasta desnudar la compasión. Lo normal, lo estereotipado, los prejuicios crean una tela de araña muy sutil en torno a la dictadura de la imagen en nuestros días que, además, discurre con tacto por muy diversos géneros. Hay una perfume surreal, comedia negra, muy negra, absurdo y drama donde la deformación y lo diferente establecen delicadas asociaciones y paralelismos. Adam Schimberg satiriza sobre la identidad, la del personaje, la del intérprete que lo encarna –Adam Pearson actor con neurofibromatosis en la vida real, recordado por 'Under the skin'–, la de nosotros como espectadores y la de nuestro propio ser y su reflejo en el mundo fariseo, rebosante de narcisismo. Todo apariencia.