De partidas y regresos
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Un wéstern que no lo parece. Nostálgico, melancólico, delicado y femenino. No hay adornos superfluos. Posee una envoltura lírica y, además, se ve el marSecciones
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Un wéstern que no lo parece. Nostálgico, melancólico, delicado y femenino. No hay adornos superfluos. Posee una envoltura lírica y, además, se ve el marEs un wéstern raro, hermoso, melancólico, nostálgico y, sobre todo, femenino. Hay escenas dotadas de una delicadeza visual, casi pictórica, que insuflan de un lirismo perenne al relato. Un estado de búsqueda de intimidad, de miradas diferentes sobre el mundo que, en ocasiones, colisiona con ... la violencia seca, instalada de manera natural en el paisaje. Asimismo es una relación peculiar de hombre y mujer en libertad, afianzada en los márgenes, entre las reglas legales e ilegales de una sociedad en construcción, de una civilización que empieza a instaurarse entre la guerra, las fronteras y quizá la configuración de un nuevo ser humano. Es un wéstern raro sí y, además, se ve el mar. Una imagen que asomaba en aquella transgresora e incomprendida ópera prima, y a la vez última película como director, de Marlon Brando.
País EE UU
Año 2023
Dirección y guion Viggo Mortensen
Reparto Vicky Krieps, Viggo Mortensen, Garret Dillahunt, Lance Henriksen
Género Wéstern
En el arranque sutil de 'Hasta el fin del mundo', Vigo Mortensen subraya sin pretenderlo una de las señas de identidad de su vigorosa y frágil historia: la de edificar un filme vitalista mientras la muerte sobrevuela todas las estancias, todos los límites, todos los trayectos: la enfermedad, la violencia, el destino, ese principio y fin que se delata o presagia a cada paso de los personajes. Y de espaldas, como en muchas de las mejores secuencias de la cinta, el horizonte fordiano se ve aquí reducido en dimensión pero no menos enérgico y firme en sus miradas y diálogos en los que habitan elipsis pequeñas pero hondas. El baño a la intemperie de la madre y el hijo, el reencuentro en el porche de la pareja, la escena que sigue a una confesión crucial para el futuro de la pareja son algunas de las muy bellas y sensibles que el director Viggo Mortensen (debutó hace cuatro años con 'Falling') impregna sobre la superficie de su película como puertas abiertas temporales y emocionales. 'Hasta el fin de mundo' es una obra de partidas y regresos, de ida y vuelta, de vida y muerte, de periferias y epicentros. La excelente Vicky Krieps (aquí más Meryl Streep que nunca), cuerpo, mirada y alma protagonista de la historia, recorre y empapa el cauce y los meandros de un Oeste entre dos aguas.
Mortensen, que nunca pierde de vista al Eastwood de 'Sin perdón', brilla con una arriesgada estructura y una puesta en escena que juega tanto con el arquetipo como con la extrañeza. Solo una mancha: esos insertos e injertos artísticos de ensoñación infantil que se quedan en artificiales pegotes. No importa, prima la pausa, el hermoso equilibrio entre pasado y presente, el dolor y la celebración de vivir. Es un wéstern raro. Y, además, se ve el mar.
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