
Un pliegue de lucidez
Filmoteca Bonifaz ·
A Kieslowski nunca le hacen falta subrayados para insinuar un desgarro, para deslizarse por la frialdad nombrando la amargura. El azar hace el restoSecciones
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A Kieslowski nunca le hacen falta subrayados para insinuar un desgarro, para deslizarse por la frialdad nombrando la amargura. El azar hace el restoPasa por ser el pliegue menos atractivo y, por correspondencia, quizá la más distante de las entregas que componen la trilogía de los colores de ... Kieslowski. Por otra parte, es una de esas imprescindibles obras mayores, con Azul y Rojo, de la historia reciente del cine europeo. Sin embargo es una apreciación falsa esa aparente debilidad narrativa de 'Blanco' frente al díptico que la flanquea. Con el tiempo lo que representa el filme, la igualdad, representada en esa abanderada reivindicación, se ha vuelto la más amenazada de la Europa del presente. Y, además, contiene e implica otra palabra clave en la sociedad actual: dignidad, tantas veces negada en la vida cotidiana. El cineasta de 'La doble vida de Verónica' dejó claro el espíritu del filme protagonizado por una excelente Julie Delpy. «Esta es una historia sobre la negación de la igualdad. El concepto sugiere que todos somos iguales. Sin embargo, yo creo que esto no es cierto. Nadie quiere ser el igual de su próximo. Cada uno quiere ser más igual».
País Francia
Año 1994
Dirección Krzysztof Kieślowski
Guion Krzysztof Piesiewicz y Kieślowski
Reparto Zbigniew Zamachowski, Julie Delpy, Janusz Gajos, Jerzy Stuhr
Género Drama
Polonia y Francia en un camino de ida y vuelta como el del propio cineasta, enmarcan esta historia entre la amenaza del capitalismo salvaje y la igualdad siempre en entredicho y manipulada. La impotencia del hombre abandonado por la mujer en un amor fou sin correspondencia posee tintes de comedia negra pero mantiene esa fidelidad a la escritura de un drama que discurre a veces entre la dispersión, lo turbio enredado, la pérdida y la obsesión, la crueldad y la humillación. La argamasa que entrelaza estas situaciones y sensaciones viene dada por la capacidad sutil pada la ironía y el ingenio.
Como en 'No matarás', los personajes de Kieslowski son criaturas construidas con una imperfecta perfección, no son arquetipos pero sirven de símbolo y metáfora; no son figuras fáciles y estereotipadas, sino sufrientes perfiles que van creciendo entre los hechos. Y siempre una lágrima que despide cada color, cada historia, cada fragilidad social, de lo político a lo sentimental, encarnada como en 'Blanco' en relatos aparentemente sencillos pero habitados por señales, guiños visuales y reflexiones comunes. A Kieslowski nunca le hacen falta subrayados para insinuar un desgarro, para deslizarse por la frialdad nombrando la amargura. El azar hace el resto. La casualidad también. El blanco ciega, no deslumbra. Su ligereza frente al mayor esteticismo de sus compañeras de bandera, hace de esta parte una ligera bofetada de hondura expresividad.
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