«En política no se puede hacer humor con las cosas que no están resueltas»

-¿Qué es Ron Lalá?

-La compañía surgió en los patios de un colegio de Madrid, el Ramiro de Maetzu, cuando se juntaron cuatro adolescentes para hacer música. Yo llegué a Madrid en 2001 contratado por Imprebís y nos juntamos. Yo había dejado atrás, en Buenos Aires, el proyecto de hacer una compañía de teatro con humor y música en directo y me encontré con ellos.

-¿Por qué se inspiran en los autores clásicos?

-Tenemos mucha devoción por los clásicos. La mayoría de las personas que nos dedicamos al teatros somos apasionados de los clásicos. Y todo surgió con un proyecto para hacer El Quijote, en colaboración con la Compañía Nacional de Teatro Clásico y luego llegó 'Cervantina'.

-¿Qué es 'Cervantina', la obra que llega hoy a Santander?

-Es un juego en el que jugamos a ser cervantinos, un malabarismo con sus palabras y las nuestras, música nacida entre sus palabras y humor ronlalero. Cervantes es un gran humanista, padre de la literatura moderna, absolutamente genial. Es una especie de camino por sus 'Novelas Ejemplares' y 'Entremeses', con algunos números nuestros y música en directo, que es nuestro sello.

-¿Cómo se hizo la selección de los textos de Cervantes?, ¿qué criterio se ha seguido?

-Compramos la misma obra y la leemos juntos para analizarla capítulo a capítulo. Vamos marcando y seleccionando lo que nos interesa. Algunas eran irrenunciables como 'El celoso extremeño' o 'El licenciado vidriera' y 'La gitanilla'. Y llega un momento en que es el propio espectáculo el que te pide lo que necesita. Para que un espectáculo se mantenga vivo hay que hacerle caso, porque tiene entidad propia y te va dirigiendo.

-Primero fue 'En un lugar del Quijote' y ahora 'Cervantina', ¿cuál será el siguiente?

-Ahora volvemos a las fuentes, a nuestros orígenes, y te adelanto que vamos a estrenar en breve una obra titulada 'Crimen y telón', es una distopía, una obra del género negro que va de asesinatos. Vuelve a ser un homenaje al teatro y hasta aquí puedo contar.

-¿Cómo define a Cervantes?

-Es un absoluto genio que fabricó una esfera perfecta en la que giran todos sus personajes, con una característica reseñable y es que deja hablar a sus personajes, que llegan incluso a incomodar. Tenía una visión sobre la libertad de la mujer más moderna que la Ley de Igualdad de Género, cuando él vivió hace 450 años. También su discurso sobre el pueblo gitano es muy moderna. Tiene un gran nivel de modernidad en su discurso, lo que le hace genial. También es un humanista extraordinario. A pesar de tener una vida durísima nunca perdió la esperanza en la raza humana.

-La obra también tiene mucho humor, ¿no cree que se ha perdido mucho humor en España?

-Se ha perdido el humor en general. Corren tiempos de corrección política donde parece que sí te puedes reír de unas cosas y no de otras. Esto acota mucho el humor. Creo que tiene que ver con la forma actual de entender la política en el mundo, que se ha transformado en una cuestión de fe no de razón o intelecto. Estamos en un mundo quizás un pelín fanático y en política no se puede hacer humor con las cosas que no están resueltas.

-¿Qué le inspira a la hora de dirigir?

-Hay un momento en que empiezas a ver cosas que se plantean como una puerta de entrada. Y la gran ventaja nuestra es que los cinco ronlaleros: Álvaro, Juan, Iñigo, Daniel y Miguel tienen un nivel de disponibilidad, talento y entrenamiento que facilita mucho el trabajo.

-¿Qué cualidades debe tener un buen director?

-Meterse el ego donde mejor le quepa, igual que un actor. Entonces es cuando todo el mundo se pone al servicio del arte y no por delante del arte.

-¿Cómo llegó al mundo de la interpretación?

-Lo que me llamó la atención fue ver a Charles Chaplin en las paredes de la casa de un tío mío. Me explotó la cabeza porque vivía en un pueblo muy pequeño y no había televisión o cine. Empecé a hacer teatro vocacional a los 14 años. Ya llevo toda una vida.

-¿Cómo ve el mundo de la escena?

-El teatro siempre ha sido superviviente y siempre incomoda. En pocos países la cultura se ve como una inversión. Generalmente se le considera un gasto y yo creo que es una inversión a futuro. Un pueblo culto es mejor que uno que no lo es. A pesar de los ajustes y desbarajustes de los últimos años con las subvenciones y el dinero público, el teatro sigue gozando de buena salud, con gente con talento que le preocupa y ama a esta profesión. Y hay una generación joven de actores y directores que pelean y creen. El teatro es el gran sobreviviente de la historia de la humanidad y así debe seguir.