
Puro charme
Groucho ·
Tiene el suficiente encanto para no perderse y un guion nada frívolo que mece su territorio dulce pero sin tapar lo amargo de fondoSecciones
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Groucho ·
Tiene el suficiente encanto para no perderse y un guion nada frívolo que mece su territorio dulce pero sin tapar lo amargo de fondoEs francesa, muy francesa, Y aunque parezca una perogrullada, este camino de lógica creativa, de estilo, de atmósfera, de sello e identidad, algo así solo ... lo hacen los franceses. Un enredo leve, una anécdota banal, un encuentro azaroso, o no, sustentan un filme entre el encanto, la cotidianidad elevada a categoría de aprendizaje, de escuela de deseo, de iniciación casi permanente. En este caso, lo joven, las clases sociales y cierto toque de crítica y compromiso empapan una ópera prima enraizada claramente en esa huella prolongada, que nunca fenece, de la nouvelle vague. Jeanne Aslan y Paul Saintillan en realidad fabrican otro de esos cuentos de verano rohmeriano. Los ingredientes asociados a todo verano que se precie están presentes.
País Francia
Año 2022
Dirección Jeanne Aslan, Paul Saintillan
Guion Aslan, Feuvre, Saintillan
Reparto Quentin Dolmaire, Céleste Brunnquell, Chloé Mons, Megan Northam
Género Comedia romántica
La fugacidad calurosa de los encuentros que sabemos efímeros, la vida mostrándose con todo su dolor y su destello, todo ello envuelto en este caso en espacios, arquitecturas visuales y estancias que construyen esa descomposición del tiempo. La pareja de cineastas añade un eslabón social tras las piscinas y la supuesta ligereza. Céleste Brunquell dota de luz a su personaje y crea una empática relación con el espectador que asume las miradas sobre el mundo, la revelación desde una supuesta inocencia que va mutando en conciencia. Los componentes sociales, las diferencias familiares contrastadas y, por supuesto, los hondos abismos de clase. Es una cinta sencilla, de esas a las que no hace falta pedir más y de la que tampoco sobra nada.
Una mezcla de complicidad, azar, destinos cruzados, encrucijadas aparentes sin rumbo ni horizonte, pero todo ello envuelto en una ansiedad de adolescente, en un descubrimiento incipiente. Nantes es el escenario, el mar es la ausencia deseada y la idea de escapada, de fuga, de huida hacia adelante están muy presentes. Como en Rohmer, ahí está 'La rodilla de Clara', todo posee un aire de estar en construcción, de que la vida empieza a asomarse, aquí desmayada melancólicamente en un primer amor que se distancia de los tópicos. Tiene el suficiente encanto para no perderse y un guion nada frívolo que mece ese territorio dulce pero sin tapar lo amargo de fondo. No hay nada forzado y la pareja de intérpretes Quentin Dolmaire, Céleste Brunnquell logran una química fundacional y fundamental para que detalles y matices generen su coreografía eficaz.
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