Secciones
Servicios
Destacamos
Ana del Castillo
Santander
Martes, 24 de octubre 2017
El 31 de enero de 1963 nacía en la transitada calle San Fernando una pieza cultural clave de la vida santanderina. No cabía una autoridad más. Era la festividad de San Juan Bosco, patrono de la cinematografía, y la ciudad recibía la noticia con orgullo: 'Ayer quedó inaugurado, solemnemente, en Santander el nuevo cine Capitol'. Fue el titular de El Diario Montañés. Debajo, una fotografía en blanco y negro del patio de butacas. «Santander se coloca de esta forma a la altura de las principales capitales», escribían los medios de comunicación.
El joven empresario Marcos Restegui Vega y su esposa Angelines Rebolledo de Restegui estaban nerviosos. Habían soñado con ese momento muchas veces. Eran los 'creadores' del Capitol, y propietarios de otras salas en la ciudad, como el cine La Alameda y Los Ángeles. «He hecho todo lo posible para que Santander pueda admirar el moderno sistema de proyección 'Todd-Ao'», declaraba Restegui a la prensa aquel 31 de enero.
En el vestíbulo, los componentes de la tuna S. E. U. ponían la nota musical al multitudinario evento mientras el por aquel entonces obispo de la diócesis, Beitia Aldazábal, bendecía la sala. Entre los distinguidos invitados se encontraban representates de Columbia, Fox, Warner Bros, Wextres Company, Paramount, Sueva Films...
Estaba a punto de comenzar la primera proyección de la historia del cine Capitol: 'El día más largo', un minucioso relato del desembarco de las tropas aliadas en las playas de Normandía. Se apagaron las luces y comenzó la demostración del moderno sistema de proyección, que igualmente valió los mejores elogios de los centenares de invitados. Fuera, un creciente enjambre de vecinos de la ciudad llenaron la calle San Fernando para asistir -a su manera- a la jornada inaugural.
El nuevo cine, cuyo proyecto arquitectónico llevó a cabo Ángel Hernández Morales, tenía un aforo para 1300 personas distribuidas entre el patio de butacas y la zona del club con una separación entre filas de 85 centímetros, tal y como marcaba el reglamento de espectáculos de la época.
Con la delicadeza con la que se abraza un recuerdo, Carlos Restegui, hijo de Marcos y Angelines, explica que su padre -fallecido en 1992- dedicó su vida al cine. «Siempre estaba trabajando. Todo lo que ganaba lo invertía en mejorar lo que tenía». El cine era una de sus pasiones. La otra, su mujer. De ahí el nombre del cine Los Ángeles, también de su propiedad. «La letra del cartel es de mi padre escribiendo el nombre de mi madre», cuenta su hijo.
Con el paso de los años, el Capitol se convirtió en un lugar de encuentro, un espacio referente en la vida cotidiana. Ir al 'Capi' suponía algo de ceremonial en torno al rito del cine. En realidad era un lujo, como disfrutar de una beca. Con un olor y un glamour especial. «Olía a cine. Cogíamos unos bocadillos y nos veíamos tres o cuatro películas. Se oía el ruido constante de la máquina. Al lado había otro cuarto, de montaje. Y una tercera cabina, que daba servicio a una sala de pruebas. Allí las veíamos. Si le gustaban, las metía en cartelera», explica Carlos, el menor de diez hermanos.
Durante los primeros años se proyectaron las mejores películas de la época: West Side Story (1964), Tom Jones (1963), Cleopatra (1963), El padrecito (1964), El cardenal (1963) o Doctor Zhivago (1966), entre otros grandes clásicos.
La familia Restegui también era la propietaria de los cines Alameda, Santander, Los Ángeles, Garcilaso (Torrelavega), Avenida y El principal. Y crearon y gestionaron la sala Gran Casino.
El primer varapalo llegó el 21 de octubre de 1978. Unos operarios limpiaban el interior del cine cuando una lámpara caliente entró en contacto con la pantalla. En cuestión de segundos, la sala se convirtió en un horno. Las llamas se propagaron por el techo hasta la cabina de proyección y los bomberos poco pudieron hacer por salvar el local. El incendio arrasó con todo y la sala se derrumbó. «Yo era pequeño y estaba con unos vecinos de camino a Alto Campoo. Lo veníamos escuchando en la radio y vimos el humo desde el coche», explica Carlos Restegui, actual regente del cine Los Ángeles. La ciudad perdió así uno de los locales más importantes de reunión.
carlos restegui
La reconstrucción costó 200 millones de la antiguas pesetas, pero más que el dinero fue el amor de Marcos Restegui por el cine lo que volvió a levantar el Capitol el 4 de marzo de 1980. Lo hubiera hecho una y otra vez si fuera necesario. Más lujoso, más luminoso, con las populares butacas naranjas y equipado de nuevo con las tecnologías más avanzadas del mercado. Tenía aún más personalidad.
La primera proyección tras la reapertura fue 'La fuga de Alcatraz', dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood. La sala volvió a coger el estatus anterior. Incluso fue mayor en esta segunda etapa. La cabina de proyección tenía todos los avances hasta la fecha, sonido Dolby, pantalla gigante, 750 butacas, cerámica alemana, suelo de París, forraje de plomo... «Se convirtió en un elegante cine moderno, uno de los mejores de España y Europa», puntualiza Carlos.
Durante muchos años las colas para adquirir una entrada daban la vuelta a la manzana. Y dentro, en el interior del local, donde se encontraba la barra del bar, los camaradas Santiago, Ángel y Ramón -y posteriormente también Tino- no borraban nunca la sonrisa. El público les recordará siempre por sus insuperables cafés, su cortesía y su buen hacer para con el espectador. Y al resto de empleados, como Mercedes, la taquillera, «que eran como de la familia», matiza Carlos Restegui.
El 9 de octubre de 1992, Marcos Restegui muere a los 71 años en Roma, durante un viaje de ocio junto a su mujer. Tras el fallecimiento del cabeza de familia, el impulsor de todo el negocio, fueron sus hijos los que se hicieron cargo de la empresa y sostuvieron al Capitol y a las otras salas de su propiedad.
Sin embargo, con el tiempo, la forma de entender el cine fue cambiando. Las salas de exhibición elegantes, céntricas y de gran aforo fueron vencidas con la misma naturalidad con la que se camina, paso a paso, por los multicines.
La salvaje competencia y las imposiciones del mercado cinematográfico obligaron a la familia Restegui a plantearse el cierre del Capitol. «Hicimos dos campañas de teatro que funcionaron muy bien con obras como 'La curva de la felicidad' o 'Las guerras de nuestros antepasados' con 7.200 espectadores. Y se volvió a intentar en otoño, pero la empresa arrastraba importantes pérdidas y llegamos a un acuerdo con El Corte Inglés».
Hace 15 años, el 18 de octubre de 2002, se proyectó la última película del mítico cine Capitol, 'Minority Report' de Steven Spielberg, terminando así con una época dorada de grandes salas de cine ligadas a la historia de Santander, como también lo fue El Coliseum. Un cierre que pareció contagiar a otras salas que todavía sobrevivían, como los Multicines Bahía, que pusieron el candado tan solo un año después.
En la actualidad, un 'Supercor', de la cadena de supermercados de El Corte Inglés, ocupa en régimen de alquiler las instalaciones del Capitol, que aún pertenecen a Restegui Rebolledo S. L. Hoy queda la nostalgia de los que hacían cola los domingos por la tarde para ver alguno de sus estrenos. De los que tuvieron una primera cita ahí, en las famosas butacas naranjas. Y el Capitol será siempre ese lugar elegante, con solera y un olor especial, donde se proyectaban los mejores estrenos de cine.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.