
Una rareza muy actual
Filmoteca de Cantabria (calle Bonifaz) ·
Hay algo acartonado y limitado en la puesta en escena, a la que le falta riesgo para proponer una estética más desgarrada. Pero es insólita y anticipatoriaSecciones
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Filmoteca de Cantabria (calle Bonifaz) ·
Hay algo acartonado y limitado en la puesta en escena, a la que le falta riesgo para proponer una estética más desgarrada. Pero es insólita y anticipatoriaTras el reciente y acertado ciclo distópico que se proyectó paralelo a la celebración de Felisa, recala en este arranque de agosto la revisión de ' ... Cuando el destino nos alcance'. Una cinta interesante que ha permanecido anclada en un estado intermedio entre otras obras del género de ciencia ficción que marcaron una época y una especie de precedente, lógicamente sin la espectacularidad que luego se convirtió en moda, del cine de catástrofes. Richard Fleischer, inolvidable cineasta de títulos como 'Los vikingos', mal llamado artesano como reduccionismo tópico, trazó en este filme una radiografía hasta cierto punto pionera al abordar cuestiones que hoy forman parte de los debates más encendidos: la población y el cambio climático y, además, desde una perspectiva casi de cine negro.
País EE UU
Año 1973
Director Richard Fleischer
Guion Stanley R. Greenberg
Reparto Charlton Heston, Leigh Taylor-Young, Edward G. Robinson, Chuck Connors
Género Ciencia Ficción
Una adaptación de la novela de Harry Harrison, en la que la intriga policial y criminal se entrelazan en un ambiente futurista. Para la historia queda esa atrevida trama pero también el hecho de que el filme alumbrara la última interpretación del gran actor Edward G. Robinson. A modo de fábula futurista, cronológicamente el filme de 1973 sitúa la ficción en 2022. La superpoblación, la pobreza, esa Nueva York inmersa en un tour de force de supervivencia y miserabilidad, simboliza icónicamente un mundo que depende de un alimento sintético, el 'soylent green' del título original y no el rimbombante epígrafe bajo el que se distribuyó la película en español. Todos los factores humanos y no humanos de la historia contribuyen a crear una obra seductora y empática, antes de que llegaran Spielberg y Lucas para repartir talento por metro cuadrado. Hay algo acartonado y limitado en la puesta en escena, a la que le falta riesgo para proponer una estética más desgarrada, acorde y espejo de una historia terminal.
De la mano de Fleischer, cineasta de 'El príncipe y el mendigo', siempre cabe que la curiosidad mute en interés, pero es evidente la arritmia entre los elementos graves que se narran, la conciencia social y la crítica al capitalismo y la escasa intensidad y trascendencia de su recreación visual. Su discurso crítico y anticipatorio es casi insólito. Lástima que no inoculara una mirada más radical que confunde a veces la contención con el conservadurismo. No obstante, algunas interpretaciones y la desazón de su cierre la mantienen como una rareza siempre merecedora de ser rescatada. Su retrato de una sociedad marcada por la desigualdad, desgraciadamente, la convierten en una pesadilla rotundamente actual.
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