Requiem de rimas simétricas
Cinesa, Ocine y Yelmo ·
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Aunque chirrían algunos factores, prima la elegante austeridad, la sonoridad, los primeros planos en un despliegue de precisión, equilibrio y depuraciónTexturas y miradas. Presagios y una ilustración, muchas veces hermosa, de esas últimas constantes vitales visibles e invisibles. Ternura y amargura se entrelazan en este Almodóvar maduro, sereno, sin los subrayados y excesos que en ocasiones han estropeado las hechuras de creaciones sentidas.
Año 2024
País España
Dirección y guion Pedro Almodovar
Reparto Tilda Swinton, Julianne Moore, John Turturro, Alessandro Nivola
Género Drama
'La ... habitación de al lado' es una obra de rimas visuales, dual, deslumbrante a veces en sus simetrías y lúcida en su mirada contenida. Un valiente retrato femenino marcado por la muerte digna y la elección de la eutanasia, a modo de diáfano y luminoso ocaso. En este primer largometraje rodado íntegramente en inglés del cineasta de 'Dolor y gloria', su espléndido antecedente a modo de autorretrato, hay rimas de color y miradas como puntos suspensivos, la poética que emana de esa reivindicación de los afectos, de abrazar y de tocar cuando los cuerpos exudan su condición terminal, cuando los lugares son un catálogo dolorosamente huidizo. Y ese diálogo de oposiciones, esa dualidad lograda con talento por Almodóvar, se aferra a la historia que lleva dentro ( la novela de Sigrid Nunez, 'Cuál es tu tormento').
Ausencias y presencias; noche y día; realidad y ficción, representadas por las dos mujeres y sus maneras de enfrentarse al mundo; lo social y lo íntimo; y en el epicentro la vida y la muerte. La película se eleva cuando asume su condición de obra de cámara, un réquiem casi bergmaniano de rostros, susurros, voces y silencios que construyen una ceremonia vital en lo funesto, desmayada pero intensa en su tristeza. Con complicidad, sin colisión posible, dos actrices inmensas, Tilda Swinton y Julianne Moore, agitan aún más la poderosa caligrafía visual del director. Es en esos espacios –la casa como un nicho transparente que desafía a la enfermedad y sus plazos– donde el filme muestra los mejores momentos de la filmografía del manchego. Chirrían, sin embargo, algunas notas que, paradójicamente, hubiesen sido fácilmente despojadas: el personaje del gran John Turturro apenas aporta, salvo para remarcar con tono discursivo algunos parlamentos; un par de flashback de la vida del personaje de Swinton que se antojan caprichosos, y la bella música de Alberto Iglesias demasiado omnipresente. No faltan las citas: del Keaton de 'Siete ocasiones', al 'Dublineses/Los muertos' de Joyce/Huston. Y ese movimiento pendular, dentro fuera, de Edward Hopper a Douglas Sirk. El duelo sereno. La agonía encerrada en la sobriedad. Un melodrama reflexivo sobre la dignidad. «La única cosa más dura que verte a ti misma envejecer es ver cómo envejecen aquellos a los que quisiste».
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