Lo que revela lo perfecto
Filmoteca UC (Náutica) ·
Lo que se impone es ese aire perturbador, la carga de matices y una lírica letal que va abriendo paso a la reflexión. La niebla moral se entrelaza con la fatalidadSecciones
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Filmoteca UC (Náutica) ·
Lo que se impone es ese aire perturbador, la carga de matices y una lírica letal que va abriendo paso a la reflexión. La niebla moral se entrelaza con la fatalidadQué hace a una película perfecta. 'Retorno al pasado' podría ser un buen ejemplo. Factor a factor, escena a escena, atmósfera y guion constituyen un engranaje donde el blanco y negro y lo temporal crean un lugar que narra el mundo. Todo suscita una historia ... impregnada de sugerencias, todo seduce a través de icónicas imágenes, planos que conllevan la definición de la ambigüedad moral, la decadencia, la ambivalencia moral, la imposible redención. Jacques Tourneur, cineasta de la siempre citada 'La mujer pantera', firmó una obra magistral en la que se superponen los flashbacks. Cabe pensar que como la horma al zapato, el filme, forma y fondo, se adapta al género hasta ajustar todos sus eslabones y piezas. No es solo eso.
País EE UU
Año 1947
Dirección Jacques Tourneur
Guion Daniel Mainwaring, James M. Cain, Frank Fenton
Reparto Robert Mitchum, Jane Greer, Kirk Douglas, Rhonda Fleming
Género Noir
La grandeza del filme, como ya sucediera con 'Forajidos' (The Killers) de Robert Siodmak, ambas con sus conexiones particulares y las dos integradas en el ciclo de la Filmoteca Universitaria, radica precisamente en los resquicios, en lo que se escapa a la norma, tanto en lo estilizado como en su mirada, en lo que subyace en lo sombrío, en lo oscuro que atraviesa el fatalismo. La cáscara es rotunda en su viaje del expresionismo a la construcción del cine negro. Luces y sombras, ese fantasma terminal, el pasado, que recala repentino en unas criaturas, sin hacer ruido, para cincelar una extraña catalogación de amor y crimen.
En ese diálogo que proporciona la fotografía, los encuadres, los contrastes de luminosidad y oscuridad, los escenarios se prolongan más allá de los estereotipos. Ciudades y nombres, paisajes y calles. Lealtad y ambición, segundas oportunidades y redención son las señales en el camino de un itinerario marcado por la fascinación de una obra única que viene determinada por lo esencial de su cine. Tourneur agita el universo noir tejido por una tela de araña donde Robert Mitchum y Jane Greer, y al fondo un primerizo Kirk Douglas, se sumergen en un magma de suspense, extrañeza y pasión, condena y tormento. Lo que se impone es ese aire perturbador, la carga de matices y una lírica letal que va abriendo paso a la reflexión. La niebla moral se entrelaza con lo inaudito de ese penúltimo imprevisto. El sello onírico aferrado a los planos no permite tregua. El cineasta acompaña a sus criaturas por un sendero de melancolía y perdición. Como una tupida oscuridad que se tiende, el pasado atrapa a quienes habitan en las sombras.
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