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Lahn mah. 2024. 126 min. Tailandia. Dirección: Pat Boonnitipat. Guion: Thodsapon Thiptinnakorn, Boonnitipat. Música: Jaithep Raroengjai. Fotografía: Boonyanuch Kraithong. Reparto: Putthipong Assaratanakul, Usha Seamkhum, Sanya ... Kunakorn, Sarinrat Thomas. Género: Drama. Salas: Los Ángeles.
Tiene encanto y ese poso de amargura que dejan las obras que tratan de mostrar lo fugaz de la vida. Es tragicomedia simple y dulzona, y a ratos un drama inconsciente de la gravedad de lo que cuenta. Y, en tercer lugar, es un filme asiático, en concreto una ópera prima que, sin embargo, rebosa hechura y formas de cine occidental. Película de abuela y nieto, es algo que ha adquirido otra categoría más allá de lo familiar con la pandemia, con las sucesivas crisis y con el modo de vida. 'Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela' –título horrible que despista y parece ser un efecto reflejo de la comedia que no es– se abre y se cierra en sí misma, con y sin abuela, en idéntico escenario: un cementerio, estética y culturalmente diferente a nuestro entorno, pero con su lápida, su reunión familiar, sus rezos, en una mezcla de tradiciones y ceremonias. Entre ambos tiempos de vida y muerte, esta cinta tailandesa transcurre como un dietario de colisiones intergeneracionales (un joven más bien estúpido y una anciana que carga con ese equipaje de experiencia y sabiduría) resueltas entre afectos y desafectos, distancias e intereses, egoísmos e imposturas, actos bienintencionados y una cotidianeidad habitada por opuestos costumbristas y miradas y concepciones del mundo absolutamente contrarias. Al debut le falta hondura, pero es un filme meloso, amable, sin desgarros traumáticos y tendente a una sentimentalidad facilona. Con semejantes ingredientes –nunca mejor dicho, pues lo familiar está salpicado por el protagonismo de la cocina y la comida– la película enseguida ha encontrado acomodo en la carrera por los premios internacionales. El cineasta debutante Pat Boonnitipat narra con eficacia el vínculo desigual intergeneracional, pero sin convulsiones. Cuando el filme es coral, en escasas ocasiones, se revela ese guiño no tan subliminal a muchas comedias humanistas europeas. Los intérpretes ayudan y sorprende saber que el personaje de la anciana está encarnado por una actriz no profesional. El resto queda a merced de los tópicos. La sombra de la enfermedad, el destino, la tentación del melodrama, lo agridulce ofrecen momentos desiguales que fragmentan la cinta lastrada por sus demasiadas concesiones a los tópicos en una especie de receta dramática de mesa camilla.
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