
En la sobria desesperación
Groucho ·
Una distopía, pero menos, sobre el envejecimiento que, desde una contenida y elegante mirada, invita a una reflexión exenta de efectismoSecciones
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Groucho ·
Una distopía, pero menos, sobre el envejecimiento que, desde una contenida y elegante mirada, invita a una reflexión exenta de efectismoVibra en la contradicción. Por ejemplo, transmite luz pese a que es un retrato distópico sobre la decadencia. Un relato finalista pero profundamente humanista. Y ... la gravedad no impide una atmósfera melancólica por la que se deslizan los personajes. La vejez y la búsqueda estatal y social de una solución final ante la perspectiva de la muerte vertebran el duro planteamiento de la película de Chie Hayakawa, prácticamente una ópera prima cuya madurez y poso la condujo a representar a Japón en la reciente edición de los Oscar.
País Japón
Aunque entre la leyenda y la distopía hay un territorio difuso es inevitable acordarse de 'La balada de Narayama' de Imamura. En 'Plan 75' el gobierno propone un plan para acabar con la vida de millones de ancianos que superen esa edad. La cineasta traza una historia en tres perfiles de otros tantos personajes que giran en torno a ese ecosistema que trata de justificar y fundamentar su vuelta de tuerca a la desaparición. Con inteligencia y mesura, contención y sosiego pero no menos dramatismo, la ficción invita a reflexionar sobre el envejecimiento y ese umbral de una despedida forzada.
En un presente donde las enfermedades neurodegenerativas parecen haberse instalado en el epicentro patológico de una sociedad que además idolatra lo joven, el plan resulta posible y suena cercano. Aunque adopte una mirada fría, la película custodia espacios de dolor, elegantes movimientos y una puesta en escena que en el fondo resalta la entraña y la esencia del discurso: la de la renuncia a seguir viviendo a modo de contrato social. En el contrapunto luce esa conmovedora tristeza que envuelve los contrastes entre una anciana, un joven operario que trabaja en el engranaje gubernamental, como si se tratase de un cuento de Kafka, y una joven con su propia desazón familiar.
Hay en su arranque una factura y fractura de thriller y el filme está atravesado por una poética de la decadencia asumida, aceptada, rechazada, forzada, pero en la que la crítica social siempre muestra uno u otro rostro bajo la sobriedad y cierta asepsia. Lo crepuscular, la enquistada problemática marcan el centro y las orillas de un filme que nunca deriva en facilones golpes de efecto, sino que se mueve entre el buen gusto, la delicadeza y un distanciamiento sano que elude tentaciones sórdidas y deja que el espectador sienta ese vértigo que se asoma hacia un abismo de frágiles asideros.
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