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En su cuarenta aniversario, el regreso del filme de Wenders debe verse como una celebración del cine. El drama desgarrado de desamor siempre espera«Yo no le tengo miedo a las alturas, le tengo miedo al suelo». La frase que se escucha en el magistral, desgarrador y existencial ... drama de desamor que es 'Paris, Texas', parece hoy tener resonancias de 'El cielo sobre Berlín'. Arquitecturas, desiertos, lugares, no lugares forman parte de la construcción cinematográfica de Wim Wenders. Ganador de la Palma de Oro de Cannes, el talento del cineasta alemán, la escritura del también dramaturgo, narrador y actor Sam Shepard y los inolvidables trabajos de Harry Dean Stanton y Nastassja Kinski hicieron única esta travesía fragmentada, a modo de reconstrucción de vida y memoria, con pasajes como cuadros de una composición, o silencios sonoros de una partitura sobre esa búsqueda, muchas veces sin rumbo, que edifica un lugar en el mundo. 'Paris, Texas' ha vuelto y cada uno regresa a esa exploración errante para dotarla de espejos y reflejos personales.
Año 1984
País Alemania
Dirección Wim Wenders
Guion Sam Shepard
Fotografía Robby Müller
Reparto Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski, Dean Stockwell, Aurore Clément
Género Drama
Enigmática y fascinante, es un sueño, una road movie que cuando se detiene más viaja y cuando reemprende el camino parece enrocarse en lo árido y la soledad del corazón huérfano. Una versión restaurada por su cuarenta aniversario, icónica y universal, íntima y honda, siempre es una buena excusa, pero en este caso no es precisa. El regreso debe suponer una celebración del cine, del rito y la mirada, de la oscuridad de la sala y de ese claroscuro de la condición humana. Al cabo, todos tenemos algo del Travis de 'París, Texas'.
Ese espejo visual y poético de su filme también está contenido, décadas después, en su reciente 'Perfect Days', una pausa necesaria en el mirar de la inmediatez y en la violencia de la saturación de imágenes. Lo hipnótico, la mirada europea extendida sobre una textura profundamente americana, envuelven la historia y al espectador en una contenida, falsamente minimalista sucesión de emociones en las que subyace una radiografía del amor roto y la necesidad de recobrar el asidero familiar, quizás el hogar. Suena Ry Cooder. pero en realidad parece esconderse en la sombra el 'True Love' de Tom Waits. El espacio, la distancia, el temor, la tristeza miden el terreno entre la altura de lo que sentimos y el suelo que pisamos. Y ahí aflora la verdad del filme de Wenders y esa pasión dramática que desprenden sus imágenes.
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Javier Menéndez Llamazares
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