Los sonidos de la vida
Filmoteca de Cantabria ·
Tras esa piel de entretenimiento y superficialidad, aflora la sátira y la lucidez del director de orquesta Allen para afinar las cosas de la vidaSecciones
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Filmoteca de Cantabria ·
Tras esa piel de entretenimiento y superficialidad, aflora la sátira y la lucidez del director de orquesta Allen para afinar las cosas de la vidaProbablemente no exista un cineasta más mitómano que Woody Allen. Sin perder sus dosis permanentes de egolatría inoculada como parte esencial de la creación. Desde sus miserias y grandezas a sus traumas, en el Allen más puro asoma siempre la fidelidad a una serie de ... creadores, movimientos, sonidos, estados existencialistas, pensamientos, lo que equivale a decir visiones del mundo que nos rodea. De Bergman a Fellini, de Ibsen a Strindberg, y así podríamos encadenar referentes interminables, cuya deuda, cita o influencia salpican la trayectoria del cineasta neoyorquino. Pero si hay un territorio no menos esencial en su obra y su mirada es precisamente el que abona el melómano Allen. Por ello, más allá de su rigurosa y coherente banda sonora que atraviesa toda la mayor parte de su obra, al margen de etapas y obsesiones, claramente hay musicales escondidos, subliminales o impostados en muchas de sus películas.
País EE UU
Año 1996
Dirección y guion Woody Allen
Reparto Woody Allen, Goldie Hawn, Natalie Portman, Alan Alda, Drew Barrymore
Género Comedia
Desde la deliciosa 'Días de radio' a esta 'Todos dicen I love you'. Una obra que ha ganado con el tiempo, que se ha entendido mejor y que mantiene las constantes vitales de esa construcción sobre el amor, la vida y la muerte que es toda la madeja de Allen tejida desde comedias amargas y dramas con trasfondo jocoso. Hay que recordar que 'Todos dicen I love you' es el título de una canción que los hermanos Marx cantaban en 'Plumas de caballo'. Woody Allen, admirador confeso del universo Marxiano, se mueve entre el homenaje, el inteligente y pegadizo retrato sentimental a la intención aquí evidente de hacer un musical sin parecerlo; o bien homenajearlo distanciándose de los códigos. Y revela paradójicamente toda una coreografía visual de situaciones, de tratamiento de personajes como en un interminable baile donde todos, incluyendo al espectador, persiguieran la melodía justa, el espacio necesario y los pasos más precisos. En esta efervescente y cambiante danza coral de romances fragmentados y músicas frustradas suena sin embargo al unísono ese latido del mejor cine que el director de 'Macht point' lleva dentro.
El juego de naturalidad y afectación, el recurso de estrellas que nada tienen que ver con el musical constituyen ejes de estilo, opciones fuera del canon (muchas veces imitadas después) para recrear una inmersión en el amor idealizado, en las colisiones familiares en un aparente mosaico frívolo. Tras esa piel blanda de superficialidad, de curiosas tramas, aflora la sátira del director de orquesta Allen para afinar las cosas de la vida.
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