La tarea del (súper) héroe
'Spider-Man: Lejos de casa' | Género: acción; Dirección: Jon Watts; Salas: Cinesa y Peñacastillo
Guillermo Balbona
Santander
Lunes, 8 de julio 2019, 18:50
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Guillermo Balbona
Santander
Lunes, 8 de julio 2019, 18:50
Como ejercicio de entretenimiento es intachable. Una cadena de ciudades como escenario, un trasunto o metáfora continua del agente secreto aplicado a la tarea del ... superhéroe y una mezcla sin rubor ni trascendencias gratuitas de sentido lúdico y mirada adolescente componen la edificación de este 'nuevo' fruto del fantástico.
Spider-Man está lejos de casa pero no está solo. Esta aventura urbana, destructiva, rotundamente virtual y fundamentada en un elogio del ilusionismo, tiene como padres a su anterior entrega, 'Homecoming', ambas con un mismo director, Jon Watts, y a la última orfandad de los 'Vengadores'. Con semejantes mimbres el cineasta de 'Clown' se monta un guirigai viajero, de EE UU a Venecia, de Praga a Londres, de ingenua gravedad, consistencia ochentera y estructura similar y cíclica que se antoja un gran bucle donde colisionan, se complementan y se interrogan por igual Peter Parker y Spider-Man.
Watts propone un juego de identidades y dos tramas paralelas, que crecen, se obstruyen o conviven también ellas: la del proceso de enamoramiento del joven deseoso de comunicar sus sentimientos y la del supérheroe que habita en su interior y resurge cuando es llamado por el deber para enfrentarse al mal. Uno y otro, un objetivo y otro, alimentan entre el escepticismo, el desprendimiento, el humor y el distanciamiento esta entrega de tramas, juego de identidades y exaltación de la incertidumbre adolescente, siempre solapado y arrebatadoramente encantador por su ligereza nunca dañina.
El espíritu del filme es el del juego y lo que impregna el traje de nuestro incansable héroe es la ilusión en todos sus matices. Asistimos a un ilusionismo de franquicia y videojuego. Watts es hábil a la hora de medir tempos y de dedicar a cada personaje su momento dorado, aunque la batalla con drones se haga interminable. También acierta con ese humor pegadizo, de colegas y relatos cómplices compartidos, tantas veces bochornoso y, por supuesto, ni que decir tiene que camufla entre los títulos de crédito un final-prótesis que se convertirá en el principio de otro Parker-spider-man combatiendo por su identidad.
Lo intenso e interesante de la nueva entrega de este nuevo hombre araña que ya es otra cosa, tras dos renacimientos –muy lejos no de casa sino del que concibiera Sam Raimi–, radica en sus implícitas y conseguidas reflexiones sobre la omnipresencia de las nuevas tecnologías en nuestros días, del móvil al dron, de las realidades solapadas, de los mundos virtuales, con el personaje sobrevolando la ciudad al tiempo que se hace un selfie sin peligro de matarse y escribe mensajes a su amada.
Como secuela de secuelas, como cirugía plástica y expresiva de 'Vengadores endgame', 'Lejos de casa' es válida y pragmática: una ópera pop refrescante y juvenil, hija de su tiempo. Como sofisticado y enrevesado producto que reflexiona sobre lo ilusorio y el engaño, los espejismos y la necesidad de creer, no tiene desperdicio. El resto es duda existencial y mayor: si ponerse o quitarse su traje para salvar al mundo o seguir a su chica en vacaciones.
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