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Kieran Culkin y Jesse Eisenberg en 'A Real Pain'
Turismo físico y emocional

Turismo físico y emocional

En el juego de contrastes reside su lucidez para abordar el pasado con tacto. Sencillamente cumpleja, puede aplicarse a muchas heridas y aflicciones

Guillermo Balbona

Santander

Domingo, 16 de marzo 2025, 22:02

2024. 82 min. Estados Unidos. Dirección y guion: Jesse Eisenberg. Fotografía: Michal Dymek Reparto: Jesse Eisenberg, Kieran Culkin, Will Sharpe, Jennifer Grey. Género: Comedia dramática. Salas: Los Ángeles. (Desde el miércoles)

Turismo emocional. Inmersión vacacional en el pasado. Tristeza y melancolía. Y entre extremos y purismos, un actor entregado y un final elocuente, delicado. En realidad, 'A real pain', desgajada de los Oscar, salvo la candidatura justísima de Kieran Culkin, empieza y termina en un idéntico espacio donde la gente anónima transita y donde quizás la condición humana igualada se muestra a la intemperie en uno de esos vaciados llenos que destilan los no lugares. Jesse Eisenberg demuestra su talento en un guion excelente, una dirección equilibrada y, a lo Woody Allen, una interpretación que se deja mecer por la visceralidad histérica pero muy auténtica de su acompañante. 'A Real Pain' revela un doble trayecto, el físico a Polonia de sus dos protagonistas en un itinerario guiado por las huellas del Holocausto (con el recuerdo de su abuela judía en el frontispicio de la memoria) y el emocional, hacia dentro, donde el dolor ha anidado sin respuestas, huérfano y enquistado.

El tour por la cartografía del exterminio, irónicamente retratado,se conjuga con ese sentido de la pérdida que va creando una atmósfera extraña que empapa el filme zarandeado por un humor muy sutil, a veces abiertamente ácido, entre el desencanto y el desencuentro, el destino y la historia con mayúsculas. El atractivo reside en la mezcla de géneros, de la road movie a la buddy movie con muchas aristas, pero sobre todo destaca su notable escritura para sostener comedia y drama de tal modo que el filme discurra sobre una línea del tiempo entre la mirada del conformista y la del inadaptado. No hay pedagogía ni pretenciosidad. Y el guion y las formas cuidan con esmero la galería de personajes y situaciones que salen al paso de ambos. Entre la culpa y el dolor sus personajes se presentan en una zona de nadie en busca de una salida. En ocasiones las criaturas entran en una especie de estancia contemplativa, emocionados o ausentes, que se convierte en lo mejor de la cinta. En un metraje medido, a contracorriente, Eisenberg logra contener en un mismo periplo existencial, olvidos y evocaciones, encuentros y desencuentros, familia y mirada colectiva, fábula y construcción histórica. Culkin, que encarna a la perfección un perfil de pirado y marginal, que busca su lugar en el mundo es la conexión perfecta para transparentar tras su baile de máscaras ese 'dolor real'. Una obra sencillamente compleja que en el fondo puede aplicarse a muchas heridas y aflicciones.

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