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Comedia negra que se diluye en los tempos, acelera cuando todo pedía regodearse en algunos extremos y opta por frenarse en lo salvajeSecciones
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Cinesa y Ocine ·
Comedia negra que se diluye en los tempos, acelera cuando todo pedía regodearse en algunos extremos y opta por frenarse en lo salvajeDeja cierta frustración pese a su clara y armada factura, el cuidado de realización y las interpretaciones. Quizá el filme esté atravesado por el espíritu ... de lo que hubiese sido un cortometraje redondo que aquí parece hinchado. O también que lo que se postula como comedia negra no tenga la contundencia que asoma entre la entraña de la historia de escalera y vecindad, con regusto a un neorrealismo satírico que nunca llega a plasmarse. El conflicto familiar, de 'comunidad', de herencia y colisión fraternal es fácilmente reconocible y sus directores y guionistas juegan a la complicidad y a los guiños de la cercanía, de las redes sociales de toda la vida. Pero 'Alimañas', que bebe de muchas fuentes sin ocultarlo, que exprime el boca oído, dentro y fuera de la pantalla, se diluye en los tempos y acelera cuando todo pedía regodearse en algunos extremos y opta por frenarse en el salvajismo negro, en la caricatura que merecía un desnudo integral y en el sarcasmo alocado.
País España
Año 2023
Dirección y guion Jordi Sánchez, Pep Anton Gómez
Reparto Jordi Sánchez, Carlos Areces, Silvia Abril, Loles León, Carmina Barrios
Género Comedia negra
Aunque pulula la sombra de lo televisivo –los guiños a las series más conocidas y exitosas, cierto populismo, elementos episódicos y la propia elección de algunos actores– nunca se adueña de la película. No obstante, la irregularidad de tono, lo previsible de algunos perfiles y personajes, impiden alzar el vuelo de la comicidad o ahondar en la tradición de la picaresca. Las escenas entre los dos hermanos, desencadenante de la trama, son muy superiores al resto, una comparsa menor y déjà vu pese al esfuerzo de algunos secundarios. Jordi Sánchez que hace triplete (codirige -junto a Pep Anton Gómez- coescribe y coprotagoniza) y, por supuesto, Carlos Areces son sólidos maestros de ceremonia.
El humor negro extiende el manto y el mantra de una cinta que tiene base teatral (la de la propia trayectoria quizá más desconocida como dramaturgo de Sánchez) pero que inevitablemente remite a una reunión de escalera a lo '13 rúe del Percebe' y a una miscelánea zarandeada entre 'La comunidad' de Álex de la Iglesia y 'La que se avecina'. Lo feroz, que se halla en la raíz, se queda algo domesticado y el retrato colectivo, nada exagerado pese a estar colgado de la percha de la hipérbole del ADN de lo español popular, no llega a cuajar. El crápula y el disoluto, el pícaro y el esperpento envolviéndolo todo merecían más carnada. Un trayecto, con sus golpes y agujeros dentro, a medio camino entre el costumbrismo con estilete y ese gesto cruel y amargo que no pasa de la insinuación.
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