
Velas escarlatas
Groucho ·
Es un cuento libre entre lo cotidiano y el ensueño, entre la fascinación y la decoración, entre la fábula y la líricaSecciones
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Groucho ·
Es un cuento libre entre lo cotidiano y el ensueño, entre la fascinación y la decoración, entre la fábula y la líricaUnas velas escarlatas, una infancia y su sueño, lo cotidiano y lo extraordinario. 'Scarlet' es un cuento pero también un desembarco romántico. Destila esa etiqueta ... tan manida y traicionera de realismo mágico pero es indudable que su mundo visual y su delicada extrañeza convierte el filme en una hermosa rareza. En apenas un mes la cartelera, que viene arrastrando una crisis patente donde sobran subproductos y falta regularidad, ha dado cabida a varios títulos que son una maravillosa excepción. Además, comparten una atmósfera común, una levedad fundamentada tanto en el asombro como en la fugacidad.
País Francia
Un romanticismo que atraviesa las historias y personajes, al margen de épocas y conflictos. Sucede en 'Una bonita mañana' y en 'La mujer de Tchaikovsky' y de alguna manera lo transpira 'The quiet girl'. A ellas se ha sumado ahora 'Scarlet', del italiano Pietro Marcello, documentalista refinado que alcanzó gran repercusión con 'Martin Eden'. Con claras querencias literarias (antes ahondó en la figura de Jack London) ahora ha tomado como referencia un juego entre autor, novela y personaje. Se trata del novelista ruso Alexander Grin, uno de los favoritos de Tarkovski, de quien ha adaptado la obra más famosa, 'El velero rojo'. Más bien la adopta para reinterpretarla a su manera.
En realidad es una manifestación narrativa de belleza con una excelente actriz Juliette Jouan. El dolor y la crudeza están presentes y el personaje del padre de la protagonista sirve de contrapunto. Louis Garrel, actor y director de moda, encarna a un aviador que es el médium de un amor fou y de esa frontera peligrosa entre la excelencia y lo irrisorio. Pero la fuerza de Marcello radica en evitar caer en la tentación de la sensiblería y en saber deslizarse como un funambulista desmayado o erguido a través de la cuerda floja de lo emocional.
Cabe así una poética en lo oscuro, una sutil levitación de imágenes que nunca abandonan del todo la dura realidad. Esa forma natural con la que el cineasta inserta y mezcla lo documental y la ficción permite, asimismo, un equilibrio entre lo dramático y la búsqueda de la belleza en lo pequeño, lo íntimo, en el propio paso del tiempo. Por si fuera poco la película tiene dos partes claramente diferenciadas: la del padre y la de la hija, la áspera y la casi alada, ambas subrayadas o contrastadas a través de la fotografía y los elementos estéticos
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