Un rap de venganza
'Bad Boys for Life' | Dirección: Bilall Fallah, Adil El Arbi; Género: acción-comedia; Salas: Cinesa y Peñacastillo
Guillermo Balbona
Santander
Martes, 28 de enero 2020, 11:23
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Guillermo Balbona
Santander
Martes, 28 de enero 2020, 11:23
Quizás la mueca irónica constante, lo de no tomarse muy en serio, eleva la apuesta y convierte una mera buddy movie en un cartoon emocional. Su pareja protagonista mata gente con tanta facilidad como reflexiona sobre la vejez, la paternidad y la decadencia de su ... función social (esa de coger a los malos con las manos en la masa). Vuelta de tuerca a la saga de Michael Bay y sus 'Dos policías rebeldes', esta 'Bad Boys' es un rap de venganza donde humor y violencia compiten en protagonismo, en hipérboles y en desazón.
De haber sido la cosa contundente y a la tremenda, hoy estaríamos hablando de una cinta crepuscular de dos liquidadores urbanos andantes, justicieros con conciencia de un mundo que se acaba y siempre –con respeto, claro–, a lo Peckinpah. Pero los cineastas belgas Adil el Arbi y Bilall Fallah, que han tomado el testigo, no buscan traicionar la saga y sí remover con eficacia esa iconografía deudora del propio Bay o las sucesivas franquicias como 'Fast and furious': la velocidad, las dosis de acción que salpican con sus tempos bien ajustados, más una coreografía virtuosa, que se recrea en su suerte y lanza guiños aquí y allá. Lo curioso es que la mezcla de comedia y drama, de juego sentimental de amistad y oposición logran cierta química y, dentro de lo previsible y superficial, funciona como maquinaria bien engrasada y dosificada.
La estructura nunca busca epatar ni pretender lo que no es. En ese sentido es un filme coherente que reparte protagonismo a los diversos géneros con tanta generosidad como eficiacia. Acción, trama mil veces vista y mil veces retorcida, violencia a destajo, aires de western enfundado en un videoclip y esa imagen permenente a lo Miami vice, donde todo se reduce a cuerpos que desbordan sexo, terrazas con vistas y paisajes de postal y ese sofisticado estéticamente ligado al anuncio de una fragancia. Smith y Lawrence, parientes letales de Mel Gibson y Danny Glover, mantienen con lúdica y sencilla complicidad ese aire retro de dos cabalgan juntos aunque política e ideológicamente la cosa provoque naúseas.
Todo tiene que sonar explosivo e imparable. Si el metraje deja que alguien piense, todo se desmorona. Lo convencional y previsible dinamitado por arrebatos de un pragmatismo con la película trafica sin cesar. Habrá un cuarta entrega y, por si hubiera duda, nos lo dejan claro entre los títulos de crédito.
Lo que se pretende es generar una marca con sello imperecedero que pemita estirar la franquicia. Grandilocuente y sangrienta –se puede hacer una estadística para comprobar si hay más muertes que chistes, o al revés–, no hay más cera que la que arde. Un cine-fórmula con ingredientes muy medidos que permite el fast food de celuloide y consumo sin temor a causar heridas. Como nota a pie de plano, la presencia de Kate del Castillo, la actriz que encarna a la mujer de un narcotraficante, tras su vínculo en la vida real con 'El Chapo' Guzmán.
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