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Retratos fantasmas | 2023. 93 min. Brasil Dirección y Guion: Kleber Mendonça Filho. Música: Tomaz Alves de Souza. Género: Documental/ Drama. Salas: Bonifaz. Filmoteca de Cantabria. Esta semana.
A golpe de nostalgia y melancolía, siempre medidas, discurre este catálogo emotivo también irónico, donde la vida ... va abriéndose paso con el cine como factor humano. «El cine es lo más», se escucha decir al taxista que lleva al director braisleño Kleber Mendonça Filho.
La ecuación ciudad, Recife en este caso, salas y, sobre todo, mirada como lugar en el mundo funciona aquí con lúcida rotundidad. En la irónica sentencia, «las películas de ficción son los mejores documentales» (Eisenstein), quizás reside el mantra de este mapa de desapariciones y vacíos, de evocaciones y de pérdidas: salas de cine como centros colectivos de civilización ahora convertidas en templos de la cosa evangélica. Toda una declaración de decadencia.
El título es significativo. La obra de Kleber, cineasta de 'Bacurau' y 'Doña Clara', es una invocación en la que lugares y no lugares, paisajes fantasmales, vacíos, ruinas, ecosistemas cerrados siguen teñidos por los espectros del cine y de quienes los habitaron en una comunión urbana y cinematográfica, sentimental y arquitectónica: esas sombras del paraíso y esas salas de exhibición que contienen ecos de esa belleza de la disolución. Barriendo para casa, uno no cree equivocarse cuando intuye que el cineasta santanderino Elías León Siminiani, autor de 'Mapa', habrá sentido una complicidad creativa y emocional con el filme brasileño. Sin excesos ni tampoco simplezas nostálgicas facilonas, el cineasta de 'Sonidos de barrio' da una vuelta de tuerca a su Recife para convertir 'Retratos fantasmas' en una cartografía plasmada en una tríada narrativa a través de lo familiar (la casa materna), la ciudad como líquido amniótico y la memoria que es también la propia cinematografía de Kleber.
Recife es el Macondo del creador brasileño, donde su crecimiento y descubrimientos fueron paralelos, vida y filmes amateur, más la desaparición de las salas, de la huella iconográfica y emocional del cine como materia prima de vida, como fluido biológico. Y todas las variantes evocativas, emocionales se cruzan en el filme, a modo de álbum personal pero poéticamente universal.
El paso del tiempo, lo fugaz, el metraje medido y el espacio del cine, fuera y dentro de una sala, constituyen el magma de esta sucesión de sensaciones. Un juego de vasos comunicantes, de duelo y conflicto, de lugar indefinido, inasible, 'fantasmal', entre la realidad y la ficción, la memoria y el olvido. La historia del proyeccionista del Art Palacio, a su manera, es otro Cinema Paradiso. Kleber reivindica esa ceremonia vital ligada al cine y los cines, hoy quizás en peligro de extinción.
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