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ÓSCAR B. DE OTÁLORA
Martes, 29 de agosto 2017, 10:30
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La séptima temporada de Juego de Tronos ha sido sin duda la entrega vasca de la serie de la HBO. En octubre del año pasado, el equipo de la cadena norteamericana se desplazó a Euskadi para rodar la nueva emisión y elegió la playa de Itzurun, en Zumaia, así como Barrika y San Juan de Gaztelugatxe. La magia de los efectos especiales ha convertido estos paisajes en algo muy distinto y que ha sido uno de los escenarios claves de la seria. Una fusión de los tres escenarios se transformó en Rocadragón -el antiguo cuartel general de los Targeryen- y su arenal era el espacio en el que se producían las bienvenidas y los adioses de todos los personajes que han rondado a la Khaleesi. La metamorfosis más brutal ha sido la de San Juan, cuya ermita desapareció por ordenador y en su lugar surgieron las brutales murallas de la fortaleza de ficción.
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La animación digital permitió añadir a San Juan algunos elementos de decoración absolutamente sorprendentes. En esta imagen pueden verse las dos cabezas de dragón que, en la ficción, adornan la entrada a Rocadragón y que se añadieron a las tomas rodadadas en Euskadi.
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Desde los primeros capítulos se vio que Gaztelugatxe tendría un lugar especial en el drama que se avecinaba. En las escaleras que conducen a la emirta, convenientemente transformadas, se han desarrolado conversaciones de todo tipo, muchas de ellas, claves en la historia. Es significativa la que tuvieron la Bruja Roja y la Araña, en la que se vaticinó un oscuro destino para muchos de los personajes.
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Una de las relaciones que se empezó a fraguar en San Juan de Gaztelugatxe fue la de Daenerys y Jon Nieve. El Rey del Norte descubrió allí que los dragones seguían vivos y luego mantuvo largas conversaciones con su propietaria. Parte del los arcos argumentales de este drama proceden de los diálogos que ambos mantuvieron en el camino de piedra.
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Barrika y Zumaia han sevido indistintamente para ilustrar el paisaje de Rocadragón. Cuando Daenerys no recibía a un visitante en una de las dos playas, acudía a la arena a despedirse de algún súbdito en una misión compleja.
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Pero los arenales vascos no han servido solo para evocar Rocadragón. El equipo de la HBO, sin duda deseoso de ahorrar en localizaciones, hizo también que las mismas playas vascas sirvieran para rodar la llegada clandestina de los protagonistas a Desembarco del Rey, la capital de los despiadados Lannister.
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La imagen superior fue una de las primarias tomas vascas de la séptima temporada. El flysch de Zumaia, esa extraña formación rocosa, ha sido el telón de fondo de una escena clave en la que Daenerys se da de bruces con su futuro y su pasado.
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Zumaia fue retocado por el equipo de arte de Juego de Tronos para incluir unas almenas en las que se viese que el paseo de la playa era una fortaleza. Mientras que en otras escenas el retoque se había realizado por ordenador, en este lugar se construyeron esas piezas de mampostería y se quedaron allí durante un tiempo para que los visitantes pudieran fotografiarse en el escenario.
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