Y tanto
Cinesa ·
Lo lamentable es ese negocio y deleite en una trama sumida en una bobalicona e insustancial nadería con la falta de neuronas como banderaSecciones
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Cinesa ·
Lo lamentable es ese negocio y deleite en una trama sumida en una bobalicona e insustancial nadería con la falta de neuronas como banderaIgual se cree desvergonzada y ligeramente seductora. Pero en realidad es un bodrio anclado en su perfume anacrónico de comedieta falsamente provocadora. La cosa además viene de lejos porque tras 'Un desastre es para siempre' (nunca un título más oportuno) existió antes un desastre 'maravilloso'. ... Lo de secuela o no, es lo menos importante. Roger Kumble, director de 'Crueles intenciones', estira el enredo, es un decir, que protagonizan Virginia Gardner y Dylan Sprouse, pareja comodín para formato adolescente hormonado con ganas de darlo todo en un resort.
Año 2024
País EE UU.
Dirección y guion Roger Kumble
Reparto Virginia Gardner, Dylan Sprouse, Libe Barer, Rob Estes
Género Comedia
Lo peor, en cualquier caso, no es la falta de sutileza, su grado de vulgaridad y lo escatológico en su fase más primaria –hasta eso puede dar de sí cuando hay talento y se maneja con su debido tempo y ritmo–; no, lo lamentable es ese regodeo y deleite en una trama sumida en una bobalicona e insustancial nadería. Con la falta de neuronas como bandera, entre Las Vegas y la Riviera Maya, la historieta de encuentros y desencuentros de Abby y Travis resulta tan monótonamente pedestre y chabacana como pretenciosamente ridícula cuando trata de postularse como una parodia de la comedia romántica. Sin sentido del humor, con diálogos que dan grima, el supuesto argumento es un paseo de pareja descerebrada con escenas tan patéticas como la de la masturbación con penes animados, como si estuviésemos en otra película.
La confusión y la superficialidad ahogan cualquier intento de salida digna por parte de Kumble que apuesta todo a una comicidad forzada, pretendidamente caricaturesca. La novela de Jamie McGuire es la base de un relato simplista y tontorrón aunque justifique su desarrollo en pasar por encima del compromiso y la toma de decisiones. Los gags irrisorios asfixian ese intento de combinar géneros e intercambiar situaciones estereotipadas. Todo es tripa y sensación de relleno, entre anécdotas que nunca alcanzan relevancia. Hipérboles innecesarias e indefinición para un filme que, con un poco de coherencia y equilibrio, hubiese logrado una cierta consistencia. Sin ningún guiño clásico, artificial y artificiosa, carece de elegancia para convertir las bromas en una reflexión ácida, pero inteligente. Entre tanta cancelación del ingenio y la lucidez es normal que Gardner y Sprouse parezcan dos náufragos antes del hundimiento.
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